La victoria del Presidente Mauricio Macri trasciende a Argentina: puede beneficiar a toda la Región, y por cierto a Chile. El éxito de su gobierno requiere de la cooperación de las naciones que comparten las libertades políticas y económicas. Macri recibe el funesto legado de Cristina Fernández de Kirchner, sus trampas y amenazas de su férrea oposición, iniciadas junto con perder el poder que quisiera recuperar.
Sin apoyo externo, a Macri le será más difícil terminar con nueve años de inflación de dos dígitos; controlar desbordes monetarios y cambiarios gravísimos; solventar a un Banco Central virtualmente carente de fondos para cubrir las obligaciones inmediatas; contener subsidios populistas; superar la marginación de los mercados de créditos mundiales, y romper con el aislamiento y la desconfianza internacional.
Son los resultados del populismo kirchnerista que intentó someter a Argentina y seducir a su pueblo mediante subsidios, gratuidades, precios fijados por el Estado, proteccionismos, controles de los medios de comunicación e intervenciones gubernamentales en la justicia, en las vidas de los ciudadanos y en la producción. Son políticas parecidas a las que han llevado a Venezuela a la ruina y a Maduro a la derrota esta semana.
El flamante Presidente necesita tiempo y cooperación para revertir estas adversidades.
Chile puede y debe brindarle apoyo. Es de mutuo interés. Argentina debería ser la primera prioridad de nuestra política exterior. Tenemos las mayores afinidades desde la gesta libertadora de San Martín; es el único vecino con quien siempre hemos solucionado pacíficamente nuestras diferencias; mantenemos la frontera más extensa, con un potencial desaprovechado para la integración, el comercio, el turismo y las inversiones recíprocas y para la conectividad energética, con el debido respaldo. Podría ser este el punto de partida para recomponer nuestras muy deterioradas relaciones vecinales, enfriadas con Perú, congeladas con Bolivia y debilitadas con Argentina bajo el kirchnerismo.
Macri requiere lograr aplazamientos con sus acreedores externos: tenemos los contactos y medios para apoyarlo. Lo mismo respecto de la OMC, que le ha fijado el mes de diciembre para levantar las barreras al comercio exterior. También podemos compartir experiencias para sus planes de inserción en los mercados mundiales, ingresar a la OCDE, negociar un tratado comercial con la Unión Europea y participar de los beneficios de la Alianza del Pacífico. Nada de lo anterior era posible con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y de su cónyuge.
Debemos ir mucho más allá de la convergencia dentro de la diversidad, anunciada por la Presidenta Bachelet en la inauguración de Macri. Si no lo hacemos, habremos perdido una gran oportunidad para Chile y Argentina.