Apenas Mega anunció la semana pasada que debutaría la versión chilena de "Modern family", las dudas se apoderaron de un público que actualmente se manifiesta por todo en las redes sociales. Si el canal había decidido postergar durante dos años su estreno, si había cambiado libretos y mandado a rehacer capítulos, las expectativas no podían ser menores, al punto de esperar, si no un bodrio, un producto de muy baja calidad. Más aún cuando el canal decidió emitir el primer capítulo escondido en la segunda franja nocturna, entre "The switch" y "Más vale tarde".
La primera sorpresa -a pesar de que en Twitter muchos la destrozaron- es que la serie se deja ver bastante bien: tiene buena ambientación, un casting en general logrado y algunas actuaciones que sobresalen dentro del elenco, como la de Patricio Contreras, que interpreta a Pepe Gallo (Jay, el rol de Ed O'Neill en la serie original), un padre de familia que acá se muestra más humano, menos conservador y con más actitud de "viejo verde" enamorado.
El problema de "Familia moderna" es que, a ratos, avanza a un paso demasiado lento y sobre todo que muestra una realidad difícil de ajustar a la local. Si "Modern family" convence jugando a ser un docurreality, es porque desarrolla temas que están instalados hace años en la sociedad estadounidense. Por eso es creíble que una pareja homosexual (Mitchell y Cameron) puedan adoptar a una pequeña vietnamita y llevar una vida completamente normal; o que el público empatice con una colombiana separada y con un hijo preadolescente (Gloria, Sofía Vergara) que logra salir adelante haciendo gala de su simpatía y un carácter extravertido tan propio de los latinos que, por esas latitudes, representan nada menos que cerca del 20% de la población.
La historia chilena se tuvo que cambiar para intentar cercanía, pero no logra convencer del todo. Acá no hay hija adoptada, sino una pequeña producto de una antigua relación heterosexual de uno de los gays (Gustavo, Nicolás Saavedra) que intenta hacer familia con una pareja ("Feña", Mario Soto) que perdió toda la intensidad y esos gestos amanerados tan propios como entrañables de su referente gringo. Una carencia que se vuelve imperdonable, porque precisamente ese personaje (Cameron) es uno de los motores del humor en la producción.
Otro cambio es que Nidyan Fabregat en el rol de Sofía Vergara no interpreta a una colombiana e incluso parece haber perdido su real acento español. Su personaje, Sara Astudillo, más bien se muestra como una chica popular, que gracias a su belleza y exuberancia parece haber trepado de golpe en la escala social. Eso sí, hay que admitir que la modelo consigue hacer una buena imitación.
Mariana Loyola como Paula (Claire) no convence y Álvaro Escobar como "Lete" (Phil) consigue dar, después de tanto tiempo alejado de la actuación, una verdadera sorpresa interpretando al esposo dominado y padre obsesionado por parecer cool ante sus tres hijos. Estos últimos, a propósito, son los que más se acercan, incluso físicamente, a sus referentes de la producción de ABC.