Forzoso es decir, primero, que como show "El gran final" -que nos visita desde Buenos Aires- resulta glorioso, una explosión de talento y energía escénicas rara vez vistos por acá. Con la vida y legado de Bob Fosse como pretexto, sin duda el creador del teatro musical yanqui más premiado, influyente e innovador en 50 años, sus 18 performers -15 bailarines y 3 cantantes- vienen a asombrarnos con el virtuosismo alcanzado por el medio porteño en el exigente género del musical (lástima que la crisis económica trasandina haya frenado su florecimiento).
Disfrutable hasta por quienes no gustan del género, el gozoso despliegue que hace este ensamble de artistas que bailan y cantan con excelencia y técnica acabada, tienen irreprochable sentido de equipo y de estilo, además lucen apuestos con sus cuerpos perfectos y sobre todo derrochan "actitud", no puede sino llenarnos de pasmosa admiración (y de envidia poco sana).
Ahora, poniendo las cosas en su lugar, aclaremos que esto no es, como se ha deslizado incluso en la prensa porteña, un musical hecho y derecho; tampoco, en rigor, un tributo. Clasifica más bien como un espectáculo de music hall o revista musical, ofreciendo un desfile de números de canto y baile en el registro del musical, para evocar el estilo único e inconfundible del coreógrafo y director (también cineasta) que cambió la percepción del género en los años 70 con obras señeras como "Chicago", "Cabaret", "All that jazz" o "Dancin'".
Apreciado tal cual, "El gran final" no decepciona. No pretende tener carácter biográfico, ni tampoco ser una revisión antológica. Aun así su dramaturgia -que busca escenificar la fiesta que Fosse habría dejado pagada para que sus amigos lo despidieran tras su muerte- es francamente endeble. Ese concepto pronto se olvida mientras se hacen escuetas alusiones a su pasado: sus comienzos e iniciación sexual, otras dos mujeres en su vida. Por lo mismo el factor teatral de la propuesta es mínimo: no hay una historia ni personajes ni situaciones desarrolladas a través de diálogos, lo que es propio del musical. De modo que el elenco no encuentra ocasión de exhibir también las aptitudes actorales que debiera tener.
Gustavo Wons, creador del montaje, es el eje del show asumiendo la presencia de Fosse (además aparece una versión adolescente del artista). Sus coreografías recrean notablemente el estilo único de baile de movimientos quebrados y sinuosa sensualidad. Pero lo que vemos no cita fragmentos de sus obras, son un símil de ellas. Por otra parte, excepto la canción "Maybe this time" perteneciente a "Cabaret", no hay ningún otro tema reconocible ni identificable con títulos suyos. No obstante, parece Fosse.
Así las cosas, nada equipara el impacto de los tres o cuatro cuadros iniciales (de 24). Pese a la maravillosa ejecución, la inventiva coreográfica tiende a agotarse y no pocos recursos se repiten. El entusiasmo se recupera en la segunda mitad con la entrañable interpretación de "Maybe this time", que es canto. La pauta de luces, por lo demás, hace un gran aporte. Dura una hora (el breve documental proyectado antes del espectáculo no llegó acá), más sería demasiado.
Teatro Municipal de Las Condes. Funciones hasta el 13 de diciembre. 20:00 horas, martes y domingo a las 19:00 horas. Entradas de $10.000 a $29.000.