Supongamos -sin demasiado esfuerzo- que el cobre pasa por un período de crisis debido a la irrupción de nuevos minerales y de nuevas demandas del mercado. Supongamos que una empresa como Codelco, tan esencial para el país, de un día a otro, ve cómo una minera privada se lleva el 80% de su plana ejecutiva a la competencia y es incapaz de retenerla porque su gobierno corporativo, su directorio, no tiene las herramientas para hacerlo, y además acaba de designar un máximo ejecutivo que no contó con la aprobación de quienes partieron. Tres años más tarde, justo cuando la empresa vive los embates de una competencia potenciada ahora por sus ex colaboradores, los responsables del único departamento productivo que continúa siendo rentable también son llamados por otro actor de la competencia privada, y nuevamente el mismo gobierno corporativo no los detiene porque significaría ratificar una decisión del máximo ejecutivo que antes consensuó pero del que en el camino de esos tres años -y habiendo pasado 3 presidentes de directorio- se tomó distancia.
Resultado: una empresa debilitada, que enfrenta competidores que conocen todo su funcionamiento interno y que debe rápidamente revertir esa situación.
Con la misma frialdad de un caso de estudio empresarial podría analizarse la génesis de la actual crisis de TVN en la televisión local. Hace casi dos años, cuando se supo que el nuevo gobierno de Michelle Bachelet tomaría el canal y designaría un nuevo presidente de directorio -los otros miembros vienen de periodos anteriores, desde 2007 a 2012-, era urgente encontrar un nuevo timonel que diera la vuelta al abatimiento que venía hace años apoderándose del canal.
La nueva administración de Ricardo Solari eligió a la periodista Carmen Gloria López, y el reloj pareció hacerse más lento de lo que recomendaba la urgencia de la situación. Al interior de este círculo hoy dicen que, entonces, no se tenía conciencia de lo apremiante que sería el desarrollo que tendrían las malas decisiones ejecutadas antes de esta nominación.
La falta de conciencia respecto de cómo las decisiones políticas -en este caso lo son, pues cada miembro del directorio pasa por el Senado y su presidente lo nomina el Primer Mandatario- terminarán afectando a quienes las sufren, es un mal extendido en la sociedad de hoy. Las intuiciones no bastan para detener las acciones, y finalmente se termina entregando -o liberando- de responsabilidades a quienes pueden tener talentos para misiones que no siempre se condicen con las coyunturas.
Haber dejado partir a María Eugenia Rencoret a fines de 2012, cuando en el canal ya era claro que solo las teleseries levantaban el rating de TVN, y haber nominado a Carmen Gloria López en 2013, cuando era evidente que se necesitaba generar sintonía más que reenfocarse en la misión, fueron decisiones que el tiempo ha terminado por cuestionar.
López, recién ratificada en el directorio, ha aprendido en este año y medio, cuando enfrenta pérdidas que pueden llegar a 25 mil millones de pesos, que no se pueden probar ejecutivos en medio de este apremio -como su primer director de programación, Nicolás Acuña-, ni que se pueden tomar todo el tiempo del mundo para rediseñar franjas programáticas que son rentables -como algún día el matinal lo fue- o para reforzar otras que nunca han dado utilidad -los espacios infantiles-. Hoy en TVN solo construyen audiencia un renovado "24 horas" y un envasado internacional ("José de Egipto"), un recurso que al inicio del período de López era mirado con rechazo por lo que la moda turca significó.
En este tiempo en TVN también se han cortado costos, con despidos y reducciones de sueldos, pero nada de eso ha ayudado a lo que realmente hace falta: que el canal vuelva a sintonizar. A tal punto es la pérdida de esa conexión, que hace unas semanas el nuevo encargado de programación, Eugenio García, puso justo después de "24 horas" y antes del horario prime un trágico microespacio de humor ("Colegas"). Ya no va.
En TVN se han realizado aprendizajes, claro está. Pero no están los tiempos del mercado televisivo para hacerlo vía ensayo y error. Menos cuando esta práctica viene, hace rato, desde lo más alto de la administración.
Si el caso de TVN fuera el de Codelco, si el capital afectado fuera la economía, y no la identidad nacional, estaríamos hablando de comisión investigadora y de acusación constitucional. O, en el más optimista de los casos, tendríamos a la larga lista de responsables de esta debacle haciendo una autocrítica y dándonos una explicación.