Julia Roberts es el mejor gancho al que puede aspirar cualquier cineasta para convocar público a las salas. Y aquí, ella entrega, ¡por lejos!, la mejor actuación de toda su exitosa carrera.
Aun así "Secretos de una obsesión" -que ¡además! cuenta con Nicole Kidman y Chiwetel Ejiofor ("12 años de esclavitud") en el reparto- se enfrenta a poderosos fantasmas.
Para comenzar, es la versión "gringa" de una película "muy argentina", que fue Oscar no hace tanto (2010), que fue efusiva y unánimemente aclamada por la crítica a nivel mundial, casi a la par que el público, y que es ¡entrañable!: "El secreto de sus ojos", de Juan José Campanella.
Y ha habido pésimas experiencias anteriores, como la ramplona "K-PAX", con que se pretendió reversionar la bella y singular "Hombre mirando al sudeste", de Eliseo Subiela. O la vulgaridad en que quedó convertida la inquietante "Abre los ojos", de Alejandro Amenábar, cuando Tom Cruise protagonizó "Vanilla Sky".
No es este el caso, aunque la crítica internacional se ha dividido (los prestigiosos Variety y Hollywood Reporter le dieron 70 puntos sobre 100, y el Chicago Sun Times, 88, mientras Rolling Stone la reprobó con 38 y The Guardian le otorgó un mediocre 40).
En la película argentina, Ricardo Darín y Soledad Villamil protagonizaron una historia salida de la pluma de Eduardo Sacheri, que estremece por donde se la mire, un drama que mezcla desgarro, injusticia, nostalgia, suspenso policial y aristas políticas -en que el mal y el bien se dan la mano-, junto con gotas de amor frustrado, pasiones cotidianas y la amistad como valor supremo. Y aunque Sacheri participó en el guión, su novela "La pregunta de sus ojos", en la que Campanella se basó, tiene diferencias sutiles pero relevantes con el filme.
He aquí el otro escollo: esa eterna discusión sobre libro y película se hace doble en esta versión. Cine y literatura son dos lenguajes diferentes, por lo que, en rigor, no son comparables. Pero reconozcámoslo, ¿quién no se ha convertido en el inspector más talibán cuando su libro más querido es llevado a la pantalla?
Así las cosas, el director Bill Ray está lidiando con dos comparaciones, está siendo sacrílego dos veces, al re-reconstruir la novela... Y una película que es una obra maestra.
¿Por qué tanto riesgo?
A juzgar por el resultado, porque vio que esta historia tan "argentina" tenía su correlato norteamericano, con lo que, de paso, relevó el valor universal de "La pregunta de sus ojos".
Esta es una historia que se sitúa en EE.UU., en el más álgido momento de la era post 11-S, en que el terrorismo es prioridad para el Gobierno y casi único foco de las agencias de seguridad y policiales.
Ray (Ejiofor) ha dejado Los Angeles y el FBI cuando comienza el filme, pero durante 13 años no ha tenido paz, atormentado por la injusticia de que el horrible asesinato que sí resolvieron quedase impune. Su gran amiga Jess (Julia Roberts) se ha quedado en la misma agencia, pero es un fantasma: su adorada hija fue la víctima de este absurdo crimen.
A ambos, la culpa -ese sentimiento pertinaz que es tan injusto y autodestructivo para los que sobreviven- los ha devastado internamente.
Cuando Ray cree haber dado con el sujeto, tras 13 años de haberse esfumado, vuelve al FBI en Los Angeles, donde su amor platónico, Claire (Nicole Kidman), ha ascendido a fiscal, con la idea de reabrir el caso.
"Secretos de una obsesión" es una buena película de género, cine negro bien logrado, a la vez que un drama psicológico conmovedor y verosímil, con actuaciones descollantes. No más. No menos.
Julia Roberts por primera vez deja de ser ella misma para construir un personaje desgarrado, que transmite dolor y muerte en vida, sin glamour ni belleza posible.
Sí, ella siempre se aviene maravillosamente con la cámara, pero sus recursos histriónicos son muy limitados (aún en los dramas que ha protagonizado). Hasta ahora. Porque su Jess es un alma en pena y uno la siente a través de la pantalla, no porque esté apoyada por vestuario y maquillaje, sino porque la actriz lo transmite desde lo más interno de su ser.
"Secretos de una obsesión" merece ser juzgada por sí misma porque no solo no traicionó el espíritu de la obra en que se inspiró, sino que fue capaz de imaginarla en otro escenario.
Ojo con los secundarios: Alfred Molina, Dean Norris ("Breaking Bad"), Michael Kelly ("House of card"). Zoe Graham ("Boyhood").
(En Cartelera).