La Universidad Católica y la Universidad de Chile se la han jugado por mantener un espacio para la música contemporánea. En el caso de la primera, desde un tímido comienzo hace 25 años, ha logrado instalar su Festival de Música Contemporánea como una actividad que año a año congrega a un público expectante frente a autores consagrados, chilenos y extranjeros, y a las nuevas manifestaciones de los "retoños". Lo de "retoño" no es una visión paternalista y condescendiente respecto de los compositores jóvenes, sino que entiéndase en su acepción de "brotes nuevos", que muy oportunamente hacen su aparición o reaparición en la primavera de noviembre.
El concierto del sábado, en el GAM, comenzó con "Visible invisible", obra para violonchelo solo de Aliocha Solovera (1963), poseedor de un lenguaje certero, lúcido y nunca verboso. El chelista Martin Osten tuvo un desempeño excelente, desentrañando cada mínima estructura con absoluta elocuencia y sensibilidad. Sin dudas, esta obra deberá tener un lugar permanente en el repertorio canónico de las escasas obras nacionales para chelo solo.
De Ignacio Veillon (1990) se escuchó "Sino solo tu pecado", para voz y ensamble. Basada en una décima popular del canto a lo poeta, integra a la voz en una atmósfera casi fantasmagórica con una nota persistente en torno a la cual existe un bordado que enriquece lo aparentemente estático de la composición. La soprano Nora Miranda, con hermoso timbre, fue una intérprete sutil y sugestiva.
"O King", compuesta por Luciano Berio poco tiempo después del asesinato de Martin Luther King, tuvo una convincente interpretación. Notables son los recursos tímbricos que produce la inserción de la cantante como un instrumento más del conjunto, haciendo que el doblaje-apoyo de la voz por los diferentes instrumentos vaya produciendo un despliegue de colores inéditos en la línea de una Klangfarbenmelodie .
El programa se completó con "Fundamental particles", de Pablo Galaz (1983), "Barrio sin luz", de José Miguel Arellano (1985), y "Then and now", de Felipe Pinto D'Aguiar (1982). Los tres compositores, con poéticas diferentes, se alejan de cualquier melodismo horizontal y despliegan gran fantasía y sabio uso de los recursos tímbricos, aunque frecuentemente el auditor sea asaltado por los "déjà vu" o, mejor, "déjà entendu" .
Bajo la dirección de Aliocha Solovera, el Ensamble Contemporáneo UC y sus invitados realizaron una labor notable y, una vez más, nos dieron la oportunidad de abrir los oídos a la música de nuestros días, que es siempre una excitante aventura.