A una dictadura no se la combate con otra dictadura (como es el caso de Cuba). A una "nueva" Constitución (como fue la Constitución de 1980) no se la legitima sustituyéndola por otra "nueva" Constitución. Un "modelo económico" no se cambia imponiendo otro "modelo". Así me ocurre con todas las transformaciones -muy bien inspiradas- que se empeña en llevar a cabo este gobierno: tienen un aire totalizador que las asemeja, de modo paradójico, con el tipo de cambios impulsados por el gobierno de Pinochet, su gran enemigo. A veces pienso que se cae acá en una trampa usual: la negación total de un fenómeno -su contradicción- da lugar a ese mismo fenómeno, pero invertido. La negación de un lugar común -señala Aldous Huxley (en "Los escándalos de Chrome")- es otro lugar común. Este gobierno, me refiero a "Bachelet 2" (Bachelet 1 y todos los otros gobiernos post dictadura siguieron el camino de buscar la diferencia, no la contradicción), nos inundó, en cambio, con lugares comunes, políticas totalizadoras, que, en lo personal, me provocan rechazo, porque no creo que conduzcan al progreso ni sean propias de una democracia.
La educación es el ejemplo más visible; el proyecto de desmunicipalización (un neologismo un tanto bárbaro para mi gusto), su último capítulo. ¿Por qué no se optó por una solución más flexible que discerniera entre los casos exitosos de educación municipal y los fallidos? ¿Por qué se escogió crear 67 organismos supramunicipales de supervisión, además de una dirección nacional? El municipio, cuyas autoridades son elegidas, es el organismo estatal más cercano a la comunidad, y acaso no sería más inteligente fortalecerlo, proporcionándole mayores facultades y recursos. Dentro de la lógica -que comparto- de favorecer un modo de convivencia más integrado y colaborativo, ¿no serán la comuna y el municipio puntos clave de recomposición de los lazos comunitarios que el capitalismo tiende a disolver? La escuela es un lugar de encuentro social que da pena desperdiciar. ¿Por qué este gobierno, que, por un lado, intenta arremeter contra el capitalismo liberal, dispara, por el otro, contra sus propios pies y mutila al municipio, al ayuntamiento, a la comuna, a todos, sin distinción, de una función -la educacional- centrípeta y congregadora?
Sacar de cuajo, extirpar la educación de la sede municipal incide gravemente, además, en uno de los problemas más poderosos de nuestro sistema: la descontextualización, es decir, la aplicación de programas, textos de estudios e instrumentos de evaluación idénticos para alumnos de contextos sociales y culturales distintos. La escuela debe estar abierta a su entorno inmediato; la educación progresa, paulatinamente, desde la casa al mundo. En el municipio, no en burocracias centralizadas, puede darse ese puente.