Señor Director:
Me sorprende la
carta de Carlos Larraín. Me sorprende porque recurre a la infantil retórica que los norteamericanos llaman del "what about". Esta retórica fue usada abundantemente por la propaganda soviética durante los años de la Guerra Fría, y consistía en que siempre que se expresaba una crítica a una conducta soviética, sus defensores, en vez de responder a esa situación concreta, formulaban una contracrítica sobre algún otro problema existente en los EE.UU., sin referirse al problema concreto de que se trata.
En este caso, el ex senador responde a la crítica a la colusión, a la formación de carteles y la investigación consiguiente con un "y el gobierno también". Es el viejo argumento que los escolásticos llamaban "tu quoque". Esto es: "tú también lo haces" (es un seudoargumento que se ve mucho en jardines infantiles). En la base de este argumento del "what about" o del infantil "tu quoque" subyace la idea de que "todos lo hacen", de manera que nadie podría demandar ni denunciar nada, porque los demás también lo hacen, tienen tejado de vidrio, como diríamos en chileno. Una mentalidad así paraliza la vida social y económica de una sociedad.
A mi modo de ver, tanto la democracia como la economía de mercado requieren más que cualquier otro sistema un comportamiento ético, tanto de parte del Gobierno como de empresarios y consumidores. La decisión de no comprar productos de las empresas coludidas demuestra que el consumidor chileno, afortunadamente, se comporta de manera más ética de lo que quisieran algunos empresarios.
Es cierto que Larraín trató de expresar una especie de defensa de los empresarios coludidos, recurriendo a la figura jurídica de la llamada delación compensada y, tal vez, del anglosajón "turn state's evidence". Una defensa muy mal lograda. Sostener que estamos frente a un grupo de puritanos picados de izquierda que juntan leña para hacer una hoguera y... quemar ¿Qué van a quemar? ¿Papel? Esta retórica victimista está absolutamente demás. Pedir disculpas e implementar un sistema de compliance en las empresas sería una respuesta más apropiada y con más futuro que defender lo indefendible como gato de espaldas.
La democracia y la economía social de mercado suponen -más que cualquier otro sistema- el respeto a la ley, al rayado de la cancha, al Estado de Derecho. Nadie está eximido de cumplir la ley. Nadie debería escapar al castigo por no cumplirla. Ni los funcionarios de gobierno ni los empresarios que la violan. Esto no es puritanismo. Esto es Estado de Derecho. La formación de carteles, de monopolios ilegales, la colusión, son gravísimos atentados contra la economía de mercado y contra la más fundamental ética económica.
Marta SalazarAbogado