Netflix es de una de esas compañías que se las arreglan para hacer ruido en prácticamente todo lo que se plantean. Su último logro fue producir un largometraje que estuvo en la competencia oficial del último festival de Venecia, "Beasts of No Nation", cinta que luego estrenó en su página a lo largo y ancho de Occidente el 16 de octubre pasado. La cinta está basada en la novela homónima de Uzodinma Iweala, un escritor nigeriano-estadounidense que la publicó a los 23 años y había comenzado a interesarse en el tema al leer una crónica sobre los niños soldados en Sierra Leona. Como el primer largometraje de alta ambición de Netflix, fue escrito y dirigido por Cary Joji Fukunaga, quien posee las jinetas de haber dirigido la primera temporada de "True Detective", serie que hizo babear al público y a la crítica. ¿Se entiende la idea? Acompañen a eso una agresiva campaña de publicidad y "Beast of No Nation" es uno de los estrenos más sonoros del segundo semestre del 2015. La pregunta, entonces, es si está a la altura de las expectativas generadas.
La cinta sigue los pasos de Agu (Abraham Attah), un niño de 9 o 10 años, de un país indeterminado en África, tensionado por una guerra civil. Su aldea es invadida por las fuerzas oficiales, su familia es dividida y su padre y hermano son asesinados violentamente. Agu arranca a la selva, donde es tomado y "protegido" por el Comandante (Idris Elba), la cabeza de un batallón de guerrilleros, gran parte de ellos niños, para los que él es una figura que combina el chamán, el padre, el general y el abusador. Seguir la desventuras de Agu no es agradable. La cinta no tiene problemas en detallar cada brutal situación que enfrenta, primero como víctima y luego como victimario. Su viaje a las profundidades de la violencia y el horror del África contemporánea encoge el corazón. Lo que mejor hace Fukunaga es ilustrarnos respecto de la dinámica de vivir en un territorio entregado al destino de las armas, sin compasión ni ley, impulsado por agentes que convierten a niños en criminales de guerra. Verla nos puede ahorrar muchas horas de documentación.
El problema está, quizás, en que Fukunaga no es un director especialmente dotado. Obtiene, ciertamente, buenas actuaciones de todo su reparto. Incluso logra crear un personaje interesante, desquiciado, carismático y horrible como el Comandante. Logros nada de sencillos. Pero la cinta no despega a nivel cinematográfico. Gran parte de sus imágenes recuerdan imágenes ya vistas, escenarios ya presenciados. Tampoco logra acumular densidad a través de su ritmo, de su tiempo, de sus opciones. No basta con usar la violencia de manera casi pornográfica para hacer una película perturbadora; poner un soldado que combate desnudo para sentir que el mundo está fuera de sí; usar la voz en off de Agu para que percibamos el abismo que se abre bajo sus pies. Una película es mucho más que la suma de sus partes. Fukunaga tiene algo literal, plano; usa las imágenes de forma estrictamente funcional o televisiva. No sabe cómo ni cuándo detenerse. No sabe bien qué privilegiar. Como si admirara mucho "Apocalipsis Now", pero no la hubiera entendido bien. Todo eso hace de "Beasts of No Nation" una película ilustrativa, educativa incluso, pero no mucho más.
Beasts of No Nation
Dirigida por Cary Joji Fukunaga.
Con Abraham Attah, Idris Elba y Brimah Watara.
Estados Unidos, 2015.
137 minutos.