Tres profesionales, con transversal reconocimiento de sus capacidades, se incorporaron esta semana a la defensa ante la Corte de La Haya. Coordinarán las postergadas dimensiones comunicacionales, históricas y gestiones especiales en el juicio provocado por Bolivia.
No estamos igual que antes de la sentencia que rechazó la objeción sobre la competencia de la Corte. Estamos mejor y peor. Mejor, porque se eliminó la predeterminación del resultado -la cesión de soberanía- de la supuesta obligación de negociar una salida al Pacífico. Peor, porque Bolivia ha logrado algunos apoyos en la comunidad internacional.
La campaña comunicacional boliviana asigna falsamente a Chile la negativa al diálogo y a la cooperación bilateral; oculta sus reivindicaciones territoriales, transgresoras del Tratado de Paz y de la estabilidad de las fronteras; descontextualiza y falsifica la historia; ignora los beneficios y subsidios chilenos al más amplio y completo libre tránsito al Pacífico; confunde sus derechos con aspiraciones; se victimiza, arrogándose la justicia a su causa; y horada nuestra imagen internacional. No podemos inmovilizarnos ante esas realidades, frente a las cuales Evo Morales nos distrae con agravios y nos induce a polémicas de dudosa utilidad.
Los juristas suelen menospreciar los aspectos solo aparentemente extrajudiciales, con mayor indiferencia, cuando los desconocen por ser extranjeros. Todo juicio de trascendencia tiene una dimensión jurídica y otra política, que no se puede dejar de considerar, especialmente frente a una Corte que emite fallos con razonamientos políticos.
Chile debe, y tiene como, potenciar y articular todo su poder disponible para esta causa. Es un conflicto entre Estados. Seguramente hay otros planes reservados. Desde luego, para la estrategia jurídica sobre la alambicada y supuesta obligación de negociar. Otro, destinado a concretar el apoyo requerido de los servicios de la Cancillería y de las embajadas en el exterior. Esos dos son los esenciales.
El verdadero propósito de la demanda boliviana es generar presión internacional y divisiones internas para urgirnos a desprendernos de territorio. En lo primero avanza Bolivia en el exterior, y en lo segundo, retrocede. La unidad para defender la soberanía nacional es creciente y hace imposible la cesión territorial. Evo Morales ha logrado con su demanda y con sus agraviantes ataques a Chile que este conflicto sea interminable.
Lo más importante es que se adoptan las medidas, correspondientes, de superior exigencia, para enfrentar la etapa decisiva de la demanda boliviana ante la Corte.
El verdadero propósito de la demanda boliviana es generar presión internacional y divisiones internas para urgirnos a desprendernos de territorio.