Al mismo tiempo que nos bombardean con noticias de delincuencia, prolifera la promoción de accesorios y métodos defensivos. Notarán que aunque hemos ido convirtiendo nuestras viviendas en búnkeres, el problema, de causas tan profundas como complejas, no cede un milímetro. No perdamos más el tiempo en blindar nuestras casas cuando en nuestras manos siempre hemos tenido el control de nuestro espacio público, punto de partida de una ciudad segura.
Están muy estudiadas las formas que deben tener los espacios seguros: orden, iluminación, control visual, son cualidades básicas. Del mismo modo, calles tranquilas y no entregadas al flujo vehicular, dificultan el escape a los delitos que se comenten en automóvil. Es más, es tan importante revertir la sensación de inseguridad, que se ha demostrado que solo el denominar públicamente un lugar como seguro ya inhibe que se cometan delitos en él. Todas estas son herramientas del urbanismo y del diseño que debiéramos conocer como ciudadanos.
Pero hay acciones concretas que, como vecinos, podemos poner en práctica hoy mismo. Para ello es útil releer el primer capítulo de "Muerte y vida de las grandes ciudades americanas", de Jane Jacobs (1961), donde se nos avisa que tener calles seguras implica tener ciudadanos que se hacen responsables de su espacio público. Por el contrario, cada vez más lo dejamos abandonado, entrando lo más rápido posible al domicilio y refugiándonos detrás de muros altos, púas y cercos eléctricos. Fortificados y atemorizados, hemos perdido la visión de la calle desde las ventanas y nuestras viviendas van quedando aisladas del mundo exterior. ¿Qué está pasando allá afuera, ahora?
No regalemos la calle a los malhechores y seamos valientes: mejoremos la permeabilidad visual de nuestras casas, y así se verá también si nos está pasando algo. Recuperemos el contacto entre vecinos y cuidémonos mutuamente. Usemos nuestras veredas: salgamos a barrerlas, a regar, acompañemos a los niños a jugar afuera, pasemos a saludar al vecino. Fomentemos también que se instalen pequeños comercios que animen la cuadra a distintas horas. No nos encerremos más, porque la batalla por la seguridad se pelea de forma colectiva.