Los realizadores de "Juana Brava" -Palta Films- tienen cierta habilidad para captar hechos que aquejan a la sociedad chilena y ponerlos en pantalla en el momento justo. Pasó con "El reemplazante", serie que abordó la crisis de la educación y que debutó pocos meses después de las protestas callejeras de 2011.
"Juana Brava", que partió anoche en TVN, se mete en la corrupción de un pueblo chico, en la relación entre el poder político y las grandes empresas, y en los problemas medioambientales que perjudican a las comunidades pobres. La historia tiene plena actualidad, pero no exuda la realidad sin concesiones que mostraba "El reemplazante". Quizás se debe a que sus personajes simbolizan sin muchos matices las fuerzas en pugna y no muestran las sutilezas ni las contradicciones del inolvidable "profe Charly" y sus atormentados alumnos.
Bien interpretada por Elisa Zulueta, la protagonista es Juana, de apellido Bravo, a quien solo le falta la capa y la espada para ser una justiciera de cómic. Ella lucha en nombre de los más pobres y desprotegidos, pero su pelea es también con sus propios demonios: sufrió el abandono paterno y una adolescencia difícil que la llevó a convertirse en una madre precoz. Su antagonista es precisamente su padre (Alejandro Trejo), alcalde del pueblito San Fermín, quien acapara todos los clichés de un pequeño caudillo corrupto.
El primer capítulo deja a Juana como una heroína absoluta, capaz de meterse a una mediagua en llamas para salvar a una niñita que no conoce. Así y todo, esta protagonista se muestra con sus debilidades: un genio de mecha corta, un pasado que roza el delito y un look que abusa de las minis y los petos. Ella es del tipo "de armas tomar" y no dudará ni un segundo en enfrentar a todos los poderosos que abusen de la gente humilde de San Fermín.
En el pueblo, también tenemos situaciones extremas: los pobladores de una toma son gente buena, cariñosa y agradecida. Frente a ellos están los buitres de las grandes empresas que se coluden con los burócratas y autoridades del municipio para exprimir ganancias donde se pueda. Hay pocos personajes que esconden cosas; entre ellos, se vislumbran la madrastra de Juana (interpretada por Paulina Urrutia) y un par de ex compañeros de colegio que auguran algún conflicto anclado en el pasado.
Esta primera entrega dio varios saltos en el tiempo que no lograron dejar bien clara la evolución de Juana. Pero entregó pistas suficientes para provocar la curiosidad y las ganas de seguir conociendo a esta "Erin Brockovich" a la chilena.