Hago clases de poesía y no sé qué es la poesía. Este no saber no es "ignorancia supina" sino el punto de partida para el entendimiento de la poesía misma. Parece que ninguno de los componentes que produce el análisis de un poema basta por sí mismo para justificar la existencia de poesía en él. Ni la métrica, la no métrica, la oscuridad o la claridad de las referencias, el lenguaje libresco o el de la calle. Para qué decir la presencia de metonimias, metáforas, aliteraciones, figuras que por lo demás abundan en el habla de todos los días de medio mundo. La poesía es un fenómeno huidizo.
br>
Lo que sí puedo afirmar con certeza es que algo se logra cuando un poeta encuentra lo que podría denominarse su naturalidad, un modo de relacionarse con las palabras que no se puede, finalmente, impostar. Otra cosa que estoy en condiciones de afirmar es que un poema se genera en un estado de conciencia tal que el que escribe termina pasando la raya fronteriza de esa conciencia. Y lo tercero: que no se escribe poesía con el yo, sino que con una estribación o sustracción del yo. Tanto la antigua teoría de la inspiración como los modelos productivos de las vanguardias han tratado de localizar la "causa eficiente" de la poesía fuera del sujeto que la plasma en el papel o en la pantalla del computador.
br>
Desde hace años pienso, sin comunicarlo demasiado, en la poesía de Miguel Vicuña. Desde que alguna vez revisé un libro suyo de extraño título - Lengua de cordero con piel de oveja - y de contenido tanto o más extraño, he dado vueltas mentalmente a sus palabras, a sus interjecciones convertidas en sustantivos que derivan en paisajes lumínicos y a un soneto que termina con un maravilloso hipérbaton: "Que en el fondo resuena de esta tumba".
br>
Ahora Miguel Vicuña ha publicado Suerte sortija (Ediciones Das Kapital), un libro escrito con los ojos muy abiertos y los oídos muy atentos. Sus textos se revelan, se insinúan en varios niveles de una sola vez: está el sonido de las palabras, la forma de las palabras, el significado de las palabras y las imágenes emocionales que esas palabras despiertan en el que las lee en voz alta, si es que se puede llamar voz alta a un asombrado murmullo.
br>
Aquí una cita cualquiera: "Todo lo que diga puede ser redicho en contra de su vida/ Todo lo que no diga puede ser no dicho en pro de su muerte/ Pero si no dice nada, nada se hará, nada será, en nada se convertirá,/ por mucho polvo que haya sido,/ al final, nada de nada, polvo sido serás".
br>
Los mares, los ríos, las calles, las volutas de humo, en general todas las cosas de las que habla Vicuña son verbales, reales y psicológicas al mismo tiempo. Ignoro -nuevamente ignoro- cuál es el tema de cada uno de sus poemas, pero sí sé que ellos generan la inminencia de un reconocimiento, la sensación de un déjà vu, la inquietud de hallar algo propio en un lugar ajeno.