La caída no para. 50, 38, 29, 22. La más baja aprobación para un Presidente desde que existe la encuesta CEP. Y probablemente una de las más bajas en la historia de Chile.
Y lo que es peor: no se ha tocado fondo.
Bachelet evidentemente está incómoda, y más incómodos están sus ministros. Mea culpas por doquier y constantes anuncios de "segundos tiempos" que no llegan ni parecen querer iniciarse.
El problema es que el gobierno de Bachelet tiene dos cuchillos enterrados que -tal como decía el poema de Rubén Darío-"si me lo quitas, me muero; si me lo dejas, me mata".
El primer cuchillo se llama Caval y destrozó la confianza en la Presidenta. Confianza que, a raíz de las facturas y boletas falsas, se transformó, por lejos, en el atributo más valorado por los chilenos. La mejor muestra de aquello es la paradoja que Carabineros de Chile siga siendo la institución más apreciada del país, pese al fuerte incremento en la preocupación por la delincuencia. ¿Acaso no son los principales responsables? La respuesta es clara: los chilenos valoran que los carabineros sean honestos pese a que sean ineficientes.
Con Bachelet ocurre algo similar: los chilenos la valoraban por su honestidad y no por su eficiencia. Y, en eso, el caso Caval ha sido demoledor. Pese a que nadie duda de que ella no está involucrada, se le sanciona la torpe reacción y sobre todo que -transcurridos 7 meses- todavía no existe una condena explícita al hecho. Ha merodeado el tema. Ha dicho generalidades, pero de condena explícita, nada. Tal vez lo debe considerar inocente, porque, mal que mal, Dávalos llegó a La Moneda con tres Lexus...
Y si no lo considerara inocente, claramente debe sentir que es injusto que ella cargue la culpa.
Tal como la ópera "I due Foscari", que insólitamente tendrá que ver en la gala del Teatro Municipal el 18 de septiembre (que cuenta los problemas del líder de Venecia a causa de los líos en que anduvo metido el hijo), Bachelet debe haber pensado al ver la encuesta CEP, lo mismo que medita Foscari en la ópera: "¿Esta es la recompensa a mi valor y honestidad? ¿A mí, que he engrandecido el imperio? ¡Como padre de un hijo inocente, me heristeis, crueles, el corazón!".
El final es dramático para Foscari. Bachelet debe buscar otro libreto.
El segundo cuchillo se llama "programa". Está clavado cerca del corazón de la coalición. Se basó en el diagnóstico equivocado de que Chile estaba al borde del fin de la institucionalidad. De que si no se hacían los cambios radicales, el país colapsaba. La historia posterior es por todos conocida.
El problema es que el sustento de la coalición estaba en la extinta popularidad y en la utopía del programa. Cuando el programa se ha aterrizado, la realidad ha sido dura. Pero Bachelet parece no querer aferrarse a él. Habla de gradualismo. De "no renuncia". De seguir adelante. De pisar el freno, pero no de tocar el manubrio.
Y aunque quisiera, Bachelet no podría renunciar al programa sin romper la coalición. Pero tampoco es posible seguir adelante con él, porque los resultados están a la vista.
Si la Nueva Mayoría "se quita" el programa, se muere; si lo deja, se mata.
El solo imaginar que la aprobación caiga del 20 % pone nerviosos a muchos. Y, lo que es peor, a partir del 19 de noviembre, cuando falten menos de dos años para las próximas elecciones (fecha a partir de la cual es el Congreso pleno el que decide quién asume la presidencia en caso de renuncia), el fantasma de Lagos se incrementará, al ritmo de como irrumpió ayer en la encuesta CEP. Es probable que no haya renuncia. Y es deseable que así sea. Pero el fantasma necesariamente se acrecentará.
Mientras curiosamente los chilenos están cada vez más satisfechos con su vida (del 52 al 69% en la encuesta CEP), Bachelet parece estar cada vez más paralogizada. En la soledad de La Moneda, debe estar esperando un golpe de suerte que cambie todo, sin darse cuenta de que todo puede empeorar.
Tal vez en su fuero íntimo esté pensando que la impopularidad es transitoria. Que septiembre pasará. Tal vez -como lo recordaron los cardenales- esté esperanzada en que "la serpiente no prevalecerá".