Se trata de la serie Show me a Hero, escrita por David Simon, agudo observador urbano que relata siempre ese lado no tan brillante, ese patio trasero no tan limpio, de las grandes ciudades de Estados Unidos. Lugares donde el sueño americano llega, apenas, de oídas. Monumental fue The Wire (2002), que retrataba con crudeza los complejos espacios de la droga en Baltimore, y conmovedora, Treme (2010), cantando la sincopada reconstrucción de Nueva Orleans.
La nueva serie, parafraseando en su título a F. Scott Fitzgerald, "muéstrame a un héroe y te escribiré una tragedia", narra el infortunio del imberbe alcalde de Yonkers, Nick Wasicsko. En 1987 debe dar curso a una orden federal de construcción de 200 viviendas sociales. Yonkers funge aquí también como un pequeño jardín trasero. Cercana a Manhattan, es una ciudad donde predomina el WASP (White Anglo-Saxon Protestant), careciendo de toda la diversidad liberal de Nueva York. El plan de vivienda, liderado por el arquitecto Oscar Newman, se basa en su concepto de "espacio defendible" como herramienta de prevención del delito. En vez de torres de departamentos que terminaban secuestradas por el narcotráfico, proponía hacer pequeños conjuntos de townhouses o casas pareadas que se dispersaban por todo el tejido de la ciudad. ¿Dónde específicamente? Justo ahí: en medio de los acomodados barrios blancos, frente al porche y la mecedora.
La resistencia ciudadana llegó a extremos violentos. El miedo, la desconfianza y el prejuicio conjuraron a los peores demonios blancos. El racismo y la xenofobia seguían muy vivos en plenos años 90. Los políticos de lado y lado engordaron esos temores y luego se sirvieron de ellos como canapés de un banquete electoral.
Tan lejos pero tan cerca, viviendo en ciudades injustas y segregadas, la serie abofetea nuestros propios miedos y nuestros demonios. Plantea los desafíos y las complejidades que conlleva compartir el espacio de las oportunidades, ese que tenemos frente a nuestro patio. ¿Estamos listos?