Cuenta un doctor en ciencia de la evolución que se ha descubierto que la voz del hombre produce autoridad. No así la de la mujer. Y que esto es así en muchas especies, especialmente en los mamíferos.
Si así fuera uno podría explicarse por qué los hijos obedecen a la voz del padre y no a la de la madre, sobre todo desde muy pequeños.
Tal vez eso explique también por qué las mujeres hablamos tanto para darnos a entender y los hombres cuando quieren decir algo, lo dicen así... tal cual. Nada de eufemismos ni alargamientos innecesarios. Y también por qué los hombres dejan de oír a las mujeres cuando se quejan y profundizan en los sentimientos que tal o cual acto les ha producido (sobre todo si es culpa del macho en cuestión).
Los hombres probablemente se desenchufan desde chicos de los sermones maternos y luego, cuando perciben el reto o la culpa ante sus mujeres, reproducen el acto de desenchufarse.
Esto tiene consecuencias importantes:
Primero en la crianza... las mujeres tenemos que aprender a dar órdenes claras, castigos claros, con frases cortas y sin grandes explicaciones. Con ello nos aseguramos de que obedezcan y vamos lentamente criando hombres que escuchen a las mujeres y no sientan que todo es sermón y queja si viene de ella.
Segundo, tenemos que aprender a hablarles a nuestras parejas de manera cortante y sencilla. Solo profundizar si hay preguntas o reacciones de genuino interés en el fenómeno que estamos criticando o relevando. Los sermones, las quejas con historias eternas que van desde "cuando te conocí tú me prometiste....", a "ayer fuiste muy inadecuado en la comida. Cuando hablábamos de política te pusiste a despotricar y tú vieras las caras de cada uno, seguro estaban pensando, 'ya empezó éste a hablar. no lo calla nadie...'". Entre sermón y descalificación, ya se cerró el chip en la cabeza del macho. Lo que ella quería decir era: "No voy más a comer contigo donde los X. No me gusta la dinámica. ¿Está claro?".
Y por último, sería útil en la política, donde parece que los hombres se igualan a las mujeres y llegan al punto cuando tanto hombres como mujeres ya desenchufaron la capacidad de comprensión y la tolerancia a la lata. No se trata de hablar corto; se trata de que las palabras y frases digan cosas sustantivas, ojalá proposiciones más que quejas ya oídas hasta el cansancio. El público, como los hombres, también tiene un límite en su capacidad de escuchar, comprender y asimilar.
Seamos serios. Que la ciencia nos ayude a ser mejores. ya