En los dos pisos de Galería Macchina, del Campus Oriente de la Universidad Católica, está exhibiendo Eugenio Dittborn. Presenta cuatro obras de su original producción aeropostal. En gran formato, consta cada una de amplios pliegos de lona o de papel que se doblan, permitiendo recorridos internacionales: de Sao Paulo a Berlín, de Sydney a los Emiratos Árabes, etc. Una vez más la ya consolidada experimentación de materiales gráficos y la innata fuerza visual se unifican con la transfiguración honda de la iconografía popular, para encarnar la personal voluntad conceptual del autor. El trabajo de fecha más antigua, 1984, constituye el contrapunto entre dos imágenes dispuestas de manera serial: un nadador, rescatado de una revista deportiva de antaño, y la fisonomía del niño precolombino hallado en el metropolitano cerro El Plomo. Vinculados por colores y trazos, establecen una tensión expresiva, donde la plenitud física del hombre en acción se enfrenta a la pasividad e indefensión del, en apariencias, durmiente cadáver infantil. Otras protagonistas del pasado de Dittborn son, sin necesidad de cromatismo, las fotos serigrafías de delincuentes y los retratos -desde los hablados hasta los ejecutados por impúber-, todos ellos envueltos dentro de la integradora atmósfera climática que crea el manchado gris oscuro en panel extenso.
Si del año 2004 resulta la obra recién citada, la minimalista serigrafía con la silueta de una casa arquetípica en blanco y negro, sobre rojizos y azulosos, pertenece a 2003-2014. El personaje, por lo demás, coincide con el que se ha tornado permanente de la producción última de otro pintor, José Basso. Sin embargo, la atracción mayor de lo que hoy la galería universitaria nos propone corresponde Obit, título que suponemos podría referirse a obituario. De 2011, nos relata a través de su riqueza visual y argumental lo que el propio Eugenio Dittborn presuntamente habría hecho de no fallecer en el vuelo del correo entre Santiago y Toulouse, caído en plena cordillera andina durante 1930. Aunque en realidad nadie murió durante el efectivo accidente, la suposición contraria permite desatar la punzante fantasía humorística del pintor chileno. Las asociaciones conceptuales, los juegos de palabras desarticulan el sentido pedestre de las historietas cómicas más vulgares, permitiendo al artista volcar una metamorfosis radical de la idea viaje y, más allá, su humanismo amargo, desesperanzado.
Galería Isabel Aninat muestra collages pictóricos de Guadalupe Valdés. Se trata de paisajes o de panoramas urbanos, que suelen integrar textos manuscritos, en los que lo figurativo se nutre de elementos abstractos, acrecentando así las dimensiones espaciales de aquellos. También, a veces, integran retazos de telas encontradas de autores de nombre desconocido. Es el caso de "La tormenta", escena marina de bien conseguida unidad argumental y formal. No obstante este trabajo, los aciertos se refieren a los momentos en que se logra la medida justa en la introducción de lo menos reconocible: "Entrelazos", con su perspectiva de un puente que se diluye bajo el primaveral cielo bajo; "Habitar el empedrado" y su encuadre geométrico que define la casa; las finas visiones de la silueta ciudadana. En general, ostentan estos cuadros sensitivos rescates de la memoria, donde la figura humana no hace falta ninguna.
Colección Esteban CanataLa Corporación Cultural de Las Condes, en su hermosa sede de Santa Rosa de Apoquindo, muestra un extracto de una colección pictórica, que el lujoso libro póstumo del recordado crítico Ricardo Bindis nos entrega completa. Se trata de la pinacoteca de Esteban Canata Valenzuela que, por vez primera, se da a conocer al público. Diez cuadros conforman la exposición. Del autor más cuantioso de esa galería privada, Juan Francisco González, se exhibe una Parada militar. Su síntesis del movimiento de masas humanas al aire libre se halla representada con maestría y sin temor alguno de prescindir en buena medida de lo reconocible. Pedro Subercaseaux nos depara, en cambio, una sorpresa: nunca antes habíamos observado su vivacidad expresiva, a través de rostros y actitudes de los jinetes, del dinamismo de la carrera equina. En su característico panorama campestre, Alberto Valenzuela Llanos lo impregna de una atmósfera rojiza, capaz de penetrar el verdor de árboles y arbustos. Entretanto Arturo Gordon, otro de los puntales de la colección, nos transmite el sentido muy chileno de una celebración popular: en su "Procesión de Casablanca" la alegría religiosa ha sido reemplazada por una melancolía dolorosa. Sin duda resulta hermoso el "Nocturno con lanchas del Maule", de Tomás Somerscales; si la pálida iluminación lunar nos seduce, el pedregal fluvial materializa el afán por el detalle del pintor británico. Frente al resto del conjunto, parámetros que miran a la visión contemporánea enseñorean "El circo" -parisino- de Camilo Mori.
LAS DOSEEugenio Dittborn con el gran atractivo de una de sus obras aeropostales más recientes.
Lugar: Galería Macchina, Campus Oriente UC
Fecha: hasta el 30 de septiembre
VENCER EL OLVIDOPanoramas pictóricos de Guadalupe Valdés que visualizan la propia memoria
Lugar: Galería Isabel Aninat
Fecha: hasta el 14 de septiembre
COLECCIÓN PRIVADALibro y exposición de pintura chilena, perteneciente a un coleccionista
Lugar: Corporación Cultural de Las Condes en Santa Rosa de Apoquindo
Fecha: hasta el 27 de septiembre