Se equivocó el Papa Francisco al cuestionar los tratados de límites. Son acuerdos de paz. La convivencia pacífica exige que se cumplan de buena fe. La misma de que carece el belicoso Evo Morales en su artificiosa demanda ante la Corte de La Haya.
El Pontífice es para estos efectos Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Como tal participa de la Organización de Naciones Unidas y de la observancia de los Tratados y del Derecho Internacional.
Francisco sabe sobre la sensibilidad de los temas limítrofes. Es contemporáneo al desconocimiento por Argentina de un fallo arbitral delimitatorio. Entonces estuvimos en el umbral de una guerra fratricida.
La estabilidad de las fronteras es fundamental para la seguridad internacional. Cuestionar tratados de límites abre insondables peligros y conflictos. ¿Por qué no hacerlo respecto de nuestros derechos del pasado sobre la Patagonia? ¿Qué tal hacerlo en Europa y en América? ¿Por qué no revisar la soberanía de territorios argentinos que antes fueron de Bolivia?
Lamentable que el Papa perdiera la neutralidad en el diferendo con Bolivia. Así lo estima la gran mayoría de los chilenos que según la reciente encuesta Cadem se opone a que medie en esta disputa. Tan contraproducentes fueron sus dichos que ese sondeo registró un aumento en los rechazos de la opinión pública chilena a otorgar concesiones a Bolivia, respecto de una encuesta del año anterior de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Si hay un tema que preocupa al Papa es el narcotráfico, por sus implicancias para Argentina y en otras latitudes. Bolivia es el segundo productor mundial de cocaína y como punto de partida del comercio ilícito de drogas pone en riesgo la seguridad y salud de los pueblos limítrofes. Este es un tema fronterizo mayor que parece que no trascendió en esta visita papal.
Debemos protestar por la intervención del Vaticano respecto de la aspiración marítima boliviana. Hacerlo respetuosamente no es ningún atrevimiento ni exageración: está previsto y es usual en las prácticas diplomáticas vaticanas e internacionales. Por lo demás es reconocida la notable humildad y apertura de mente del Papa. Al igual que todos los seres humanos está expuesto a equivocarse. Que un centenar de sus pares lo elevaran al sumo pontificado y le concedieran un poder espiritual y terrenal sin mayores contrapesos no lo priva de ese riesgo ni le da inmunidad.
Hay derecho a replicar al Papa: entre los obsequios que recibió del Presidente Morales estaba una documentación de los supuestos derechos bolivianos para reclamar una salida soberana al Pacífico. Hay que aclarárselos. Esa tarea es de la Cancillería y de nuestra embajada ante la Santa Sede.