Estar encerrado es una metáfora que significa estar en medio de cerros que no dejan salir ni ver más allá. Que impiden la comunicación con el mundo exterior. Los políticos dominados por las ideologías están encerrados por ellas. Aquellos otros que andan desubicados con la realidad son fácilmente encerrables. Todos terminan mirándose el ombligo; el pueblo común, en cambio, termina aislado, incomunicado y sometido. Aquellos a los que se les cierra el mate no son capaces de percibir el mundo a su alrededor. Es como si estuvieran a ciegas. O a oscuras. Encierro es sinónimo de oscuridad.
El populismo es un sistema de halagos y distracción a la gran mayoría que hace fe en sus gobernantes, para que no adviertan cómo se los va encerrando. Los casos de Venezuela y de Argentina son ejemplares por la encerrona que les han dado a sus pueblos. En nuestro caso el "programa" es la llave para encerrar al país. El descenso en la popularidad ha llevado al Gobierno a cambiar las maneras, pero nada indica que hayan modificado el objetivo último. Y, por lo mismo, insiste en las monsergas de hace cincuenta años: que la gente vota por un programa; que este debe prevalecer siempre; que es una ley para guiar al país.
No cabe duda que el grupo controlador fue muy exitoso en generar una base política para encerrar al país uniendo la popularidad de Michelle Bachelet con su programa, creando una grande y mareadora confusión en torno a reformas, modernizaciones, legitimidades y simpatías personales, que tienen empantanados a los políticos y excluida a la gente. Esta última, en cambio, rechaza ser tenida como cosa, anhela ser considerada como personas y poder vivir sus vidas con tranquilidad y sensatez y aportar al país en lo que corresponda a su esfera de acción. La tarea de ahora es zafarnos de esta encerrona, comenzando por esclarecer la verdadera situación en que nos encontramos.
No se trata de que las reformas estén bien o mal hechas o implementadas. Que la Constitución se haga así o asá. Se trata de que son encerradoras. Y por esto nada se ha dicho sobre el contenido de esta última. Debemos recuperar la amplitud de horizontes para que todos podamos extender nuestras miradas y proyectarnos vitalmente, liberándonos de esta camisa de fuerza que nos encierra. Así el país se verá potenciado por la comunidad de ideales que nos llevan al futuro. El océano debe ser nuestra metáfora vital: enfocarnos en la amplitud del mar que se despliega ante nosotros y unirnos en el deseo de conquistar esa infinitud.