Poco o nada tenían que celebrar los presidentes por su encuentro en Bruselas esta semana. Una oportunidad desaprovechada para sus países.
Culminó la II Cumbre Celac-UE, al menos sin la absurda coreografía de la ridícula fotografía de mandatarios folclóricamente disfrazados, con sonrisas forzadas, saludando a un público inexistente, que estando presente a muchos los abuchearía.
El evento reunió a 61 jefes de Estado y de Gobierno de América Latina, del Caribe y de Europa. Otro fracaso de las cumbres, de la integración de América Latina y de la burocracia europea.
Incomprensible que la Unión Europea (UE), con su formidable poder de negociación, experiencia en integración y medios, sea incapaz de organizar un encuentro para articular un cambio estratégico en sus relaciones con la región. Con menos fanfarria, separadamente, países de Asia, de Europa y los Estados Unidos lo han logrado.
Era la oportunidad para alcanzar acuerdos significativos aprovechando el desprestigio de Evo Morales, la ausencia en la Cumbre del presidente Maduro, de Raúl Castro y de Cristina Kirchner, que hacen imposible fructificar estas reuniones.
La presumida declaración de clausura, de 40 páginas, aprobada por los dignatarios -salvo la modesta asociación para la educación superior, la ciencia y la tecnología- son vacías aspiraciones con ninguna referencia a la situación de Venezuela y de Cuba. Europa resultó atrapada por la retórica y se sumó a la palabrería que encanta a Latinoamérica.
Hace dos años se celebró la primera de estas cumbres europeas en Santiago. Salvo por su buena logística e inconvenientes de tránsito, pocos recuerdan ese evento. Desde entonces Latinoamérica se ha deteriorado profundamente. Por primera vez en una década, su economía está paralizada por incertidumbres políticas. Sus presidentes y presidentas, salvo excepciones, son duramente criticados, unos por incompetencia y otros por corrupción. El ideologismo, el desorden y el populismo prevalecen y ninguno de sus gobernantes se atreve a rectificar sus errores y a criticar las nefastas consecuencias para el hemisferio del gobierno de Venezuela, de Cuba, de sus aliados en el ALBA y del socialismo del siglo 21.
¿Hasta cuándo se sigue insistiendo en celebrar cumbres con agendas mesiánicas y carentes de contenido?
Un buen aporte de la UE pudo haber sido organizar un encuentro diferente a las centenares de inútiles cumbres a que concurren forzadamente los mandatarios latinoamericanos.
Es de esperar que en dos años más, para la III Cumbre de Celac-UE, la racionalidad y el crecimiento retornen a América Latina y la Unión Europea sea capaz de organizarse para innovar en sus relaciones con la región.
¿Hasta cuándo se sigue insistiendo en celebrar cumbres con agendas mesiánicas y carentes de contenido?