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Editorial
Sábado 13 de junio de 2015
América Latina se frena
"Lo que hasta hace poco era una prometedora región, hoy enfrenta una delicada situación. El crecimiento económico en América Latina se estancó y los inversionistas parecen rehuirnos..."
Lo que hasta hace poco era una prometedora región, hoy enfrenta una delicada situación. El crecimiento económico en América Latina se estancó y los inversionistas parecen rehuirnos. Las cifras reflejan el desaprovechamiento de una oportunidad única: en el vecindario no hubo reformas estructurales procrecimiento en la pasada década de bonanza. Peor aun, en materia económica todo sugiere que se han experimentado retrocesos significativos.
Durante más de una década América Latina se benefició de extraordinarios términos de intercambio. La relación entre los precios de sus importaciones y sus exportaciones tuvo un comportamiento excepcionalmente favorable al continente. El auge de los commodities significó que, por ejemplo, desde el 2000 hasta el 2011 los términos de intercambio más que se duplicaran en el caso de Venezuela. En Bolivia, Chile, Colombia, Perú, por su parte, la mejoría fue de entre 40 y 80%, mientras que en Argentina, Brasil, Ecuador esa relación mejoró en torno al 25%.
Los efectos de la histórica situación no se dejaron esperar. Entre el 2003 y el 2012, la tasa de crecimiento económico anual de la región fue superior al 5%, muy por encima de lo observado para otras naciones en vías de desarrollo. La diferencia fue también marcada respecto de países más avanzados. A modo de ejemplo, entre el 2002 y el 2012, el promedio del crecimiento del producto interno bruto de los países de la OCDE solo alcanzó el 1,7%, con un máximo de 3,3% en el año 2004.
La inversión fue uno de los canalizadores de la inmejorable posición de la región. La inversión privada experimentó variaciones anuales cercanas al 10% para el período 2004-2011, con la excepción de la brusca reducción en el 2009 que fue rápidamente revertida. De acuerdo con cifras de Cepal, la inversión extranjera directa (IED), por su parte, superó los US$ 174.000 millones en el 2012, un récord histórico, siendo Brasil y Chile los principales receptores de dichos recursos. Mientras en el país carioca la IED alcanzaba los US$ 65.000 millones en el 2012, en Chile las cifras superaban los US$ 30.000 millones. Así, la inversión contribuía fuertemente al sostenido proceso de crecimiento de la región.
La ventajosa situación permitió aumentar los niveles de bienestar en una de las regiones más pobres del planeta. De acuerdo con cifras del Banco Mundial, más de 70 millones de personas dejaron la pobreza, mientras que la clase media creció en 50% durante la última década. Incluso la alta desigualdad de ingresos terminó cediendo. Entre el 2000 y el 2012 el coeficiente Gini cayó 11 puntos en Bolivia, 9 en Perú y 7 puntos en Brasil.
El enfriamiento de la región
Sin embargo, el debilitamiento de los precios de los principales productos de exportación del continente golpeó fuerte. El fenómeno fue incipiente hasta mediados del 2014, acelerándose fuertemente desde entonces, en particular por la caída del precio del petróleo. Por eso, de acuerdo con las cifras del Fondo Monetario Internacional, Colombia, Ecuador y Venezuela han experimentado las más importantes caídas en los términos de intercambio en los últimos seis meses.
Pero este fenómeno explica solo parte de la fuerte desaceleración económica de la región (en los últimos años el crecimiento no ha superado el 2,5%). Al menos otros dos factores interrelacionados han contribuido de forma importante. En primer lugar, el desaprovechamiento generalizado de la oportunidad de implementar reformas estructurales procompetitividad durante el período de bonanza. Y en segundo, respuestas políticas y económicas equivocadas a los problemas sociales propios de una población que demanda progreso.
El caso de Chile
Tristemente, Chile se ha transformado en uno de los mejores ejemplos de este proceso. Más recientemente, el país no emprendió todas las reformas estructurales que necesitaba, sino que, enfrentado a las demandas sociales y a reconstruir luego del feroz terremoto del 27-F, equivocó además el rumbo, impulsando una serie de políticas mal diseñadas y equivocadas. Las cifras del último año muestran el costo de esa combinación: en el 2014 el producto se expandió tan solo un 1,9%, la inversión acumula una caída histórica, y las proyecciones para el 2015 se revisan continuamente a la baja, ubicándose ya en menos del 3%.
Pero Chile no está solo. Brasil es otro caso preocupante. Sumido en una profunda crisis institucional, la economía más grande de la región vio reducir su tasa de crecimiento desde un 2,7% en el 2013 a un 0,1% en el 2014, y para el 2015 se espera una caída de su producto de -1%. Argentina hizo lo propio, experimentando reducciones desde el 2,9% (2013) a 0,5% (2014), con una proyección de -0,3% para el 2015. Y es imposible dejar de mencionar a Venezuela, el país que más mejoró sus términos de intercambio en la década pasada. De la mano del populismo y de un irresponsable manejo económico, el producto de esa nación descendió en -4,0% el 2014, y se proyecta un -7,0% para el 2015.
Luego de una década extraordinaria e irrepetible, América Latina evidencia nuevamente su dificultad para sostener tasas de crecimiento que permitan cerrar las brechas con el mundo desarrollado. La novedad es que Chile dejó de ser el caso excepcional. El país se aproxima peligrosamente a convertirse en un exponente más del panorama regional. Y más allá de las palabras del nuevo ministro de Hacienda, no se anticipa un cambio de comportamiento del otrora jaguar de Sudamérica.