Lo dijo Juan Ignacio Vicente, gerente de contenidos internacionales de Mega: "Si alguien me hubiera propuesto producir una teleserie que parte con una violación y después la víctima se enamora de uno de los que estuvo ahí, yo le habría contestado: 'Llegamos hasta acá'". Ahí reside el talento de los guionistas turcos, apunta el ejecutivo. Convertir en verosímil algo que era imposible de tragar.
Y en la teleserie turca "¿Qué culpa tiene Fatmagül?" esto se hizo creíble gracias a que sus realizadores se tomaron todo el tiempo del mundo para contar esta historia. Para ser exactos, 208 capítulos que Mega emitió en 11 meses. El proceso de la protagonista, una campesina que llega a convertirse en una activista contra la violencia machista, fue pasando lento ante el televidente. Esto incluyó decenas de capítulos, tras la violación inicial, en que ella no pronunció palabra; sólo lloraba y gemía. Hubo meses en que el "galán" de la historia, Kerim, no podía mirarla a los ojos y debía irse a comer y a dormir a un cuartucho fuera de la casa.
Este proceso de culpas y de perdón fue largo. Pero la teleserie nunca bajó su audiencia, llegando a un promedio de 27,5 puntos. La evolución de los personajes fue lenta y por eso se hizo creíble. Y no solo la de los protagonistas. Aquí hubo una prostituta y su proxeneta que cambiaron de vida; una madre que fue capaz de entregar pistas que perjudicaban a su hijo violador; y un abogado deprimido y borracho que logró encontrar el sentido perdido acusando a los victimarios de Fatmagül.
El capítulo final de "¿Qué culpa tiene Fatmagül?", emitido anoche por Mega, no privilegió el romance ni el humor ni el cierre en detalle de las distintas historias. Se ambientó casi exclusivamente en un tribunal y se tomó todo el tiempo del mundo en detallar cada una de las sentencias de los culpables en el caso. Mostró los rostros de cada uno de los involucrados y no necesitó de recursos empalagosos para emocionar. Sí estuvo cargado de símbolos. La protagonista pudo pasear por su pueblo, por las mismas calles donde había sido abucheada y humillada. Fue un final que optó por los conceptos que estaban en juego: el abuso de los más débiles y la posibilidad de hacer justicia.
Para Mega, esta teleserie fue importante porque consolidó el fenómeno de las teleseries turcas después del sorpresivo éxito de "Las mil y una noches", que logró mayor sintonía pero que no tenía la misma calidad de producción y de guión. Para el resto de la TV local, es una lección de cómo contar bien una historia de contenido relevante.