La concurrencia de materiales desacostumbrados caracteriza la obra de tres expositores durante estos días. Para empezar, la artista peruana Cecilia Paredes. De ningún modo resulta una desconocida. Pero sus trabajos de ahora -2012 a 2015-, en Galería Isabel Aninat, sorprenden con el uso de restos de la naturaleza, plumas ante todo. Y también muestra, con especial lirismo y formal delicadeza, ropajes casi en miniatura tejidos con diminutas hojas vegetales. Enseguida, reducidas estas a impresiones en papel y unidas a flores de clase similar, produce una fina tapicería asimétrica. Un segundo tapiz reemplaza la flora por textos ya de poesía clásica, ya de rogativas limeñas. A continuación nos entrega mantos: primero uno realizado con crisálidas de mariposas; después, un conjunto más cuantioso y en formato mayor, confeccionado con plumas teñidas sobre felpa. El plumaje, por lo demás, junto con fundamentarlo en la rica tradición precolombina de su patria, Paredes lo relaciona con el romántico concepto de vuelo, de liberación. De coloridos intensos y bien contrastados, debemos destacar uno, "Firmamento", acorde refinado de ocre amarillento, azules y verde rebajado.
Una joven y flamante expositora nos propone la misma galería, Valentina Valladares. Muy por el contrario de la autora peruana, respiran audacia sus auténticos desechos tecnológicos. Se trata de basuras recolectadas desde un taller de electricidad y buscan constituir la oda arqueológica a un ayer particular. Así somete estos objetos tan variados, estos fragmentos de entrañas de maquinaria, de diagramas, de planos, de matrices, de planchas de grabado industrial a una clasificación, a un ordenamiento metódico que los dispone de manera serial. Bajo la potente capacidad de transfiguración de la artista se logra un conjunto cargado de reminiscencias, de armoniosa limpieza formal e impregnado de belleza plástica. Si hubiese que destacar alguna de las construcciones expuestas, esta sería la serie de 10 viejos y pequeños objetos unidos a manuscritos explicativos y a toques con muestras de color.
Por su parte, en Galería D21 nada menos que un vegetal marino resulta el protagonista capital de la escultora Lise Moller. Tampoco resulta ella primeriza en el empleo de este banal y multitudinario producto alimenticio. Recolectado, secado, trabajado, otorgándole aspecto de cuero oscuro, llega a convertirlo en volúmenes significativos, impregnados de sensualidad sugerente. Dos conjuntos distintos componen su actual exposición. La instalación del recinto cerrado se limita a iluminar cada uno de sus tres sectores. El efecto visual que provocan hace pensar en una especie de despojada cámara mortuoria, de tumba misteriosa, donde los sarcófagos correspondientes se concretan en cinco grandes fardos de cochayuyo enrollados, cosidos y de contenido enigmático. En un rincón, como en un desván o depósito, los acompaña un amontonamiento amplio de restos de la materia marina, mientras al otro lado cuelgan redes de alambre con nudos de cochayuyo.
A diferencia de la instalación recién anotada, cálida y un poco efectista, el luminoso espacio inicial de la galería de Providencia se muestra más bien frío y, por ello, muy apto para lucir los méritos de la instalación de Moller aquí, más unitaria y provista de mayor rigor conceptual. En efecto, la sencillez serena de estos atados vegetales -solo envueltos o apretados por costuras-, su férrea disposición serial, se traducen en un poder de sugerencias más profundo que el obtenido en la sala siguiente. También hermosos, depurados lucen acá los grabados en blanco y negro. Editados nada más que en tres ejemplares, corresponden a síntesis planas de los cuerpos escogidos junto al mar.
Al contrario de las autoras anteriores, pintura tradicional sirve nuevamente de vehículo expresivo a Natalia Babarovic. De un realismo particular emergen, en Galería XS, como instantáneas fotográficas de asuntos, a la vez prosaicos y enigmáticos para el espectador. Se hallan vertidas con factura imprecisa de manchones, inmediata, rápida, sin tiempo para definir mejor cada figura; lo que importa, pues, es capturar la esencia del momento captado. Entre los cuadros concurrentes no puede negarse la bonitura de aquel de mayores dimensiones: la visión de una calle, donde la acción se limita a la sombra de un presunto fotógrafo. Desligada de los asuntos ahora representados, asoma, por último, una lámina de argumento medieval.
"LA VIDA SIN REINO"
Cecilia Paredes con atrayentes mantos de plumas y pequeños vestidos de hojas
"ARQUEOLOGÍA DE UN RECUERDO"
Rigurosas construcciones con desechos eléctricos de un nuevo valor, Valentina Valladares
Lugar: Galería Isabel Aninat.
Fecha: Hasta el 27 de mayo.
"TÚMULO"
Lisa Moller con sugerente empleo de un producto marino
Lugar: Galería D21.
Fecha: Hasta el 11 de junio.
"INSTANTÁNEAS"
Realistas fogonazos pictóricos de Natalia Babarovic
Lugar: Galería XS.
Fecha: Hasta el 6 de junio.