En estos tiempos de grandes blockbusters tomándose las salas, el australiano George Miller le enseña a Hollywood cómo debería ser una película de acción de gran presupuesto. Porque en esta cuarta parte o relanzamiento de la saga "Mad Max" (puede ser vista como las dos cosas), Miller, el mismo creador detrás de la trilogía original con Mel Gibson, no solo ofrece un cóctel sorprendente de espectacularidad visual, con secuencias de acción arriesgadas, valorables e impensadas antes de este título. También dentro de los parámetros del género de acción, nunca deja de lado a sus personajes y entiende que este nuevo Mad Max, a cargo del inglés Tom Hardy, y su aliada, la carismática Furiosa (una reveladora Charlize Theron), son ejes cruciales y dramáticos, reitero, dentro de los códigos del género, para convertir a esta película en un canon a seguir en los nuevos tiempos de cintas de grandes presupuestos. En un mundo postapocalíptico, idea y término patentado por el propio Miller hace más de 30 años, el "Loco" Max es hecho prisionero de uno de los tantos clanes que viven en un paraje desértico y donde los vehículos motorizados son tan cruciales como la escasa agua y el también casi ausente combustible. Aliado a la fuerza de la díscola Furiosa, conductora de un camión con una preciada carga humana que se rebela contra el malvado villano de la historia y señor de la guerra de la cinta, esta road movie adrenalínica que no se detiene es el tipo de producción adulta, arriesgada y de una cuidadísima producción de arte y diseño, sin precio, que muchos cinéfilos estaban esperando hace años. Cada detalle y cuadro de "Mad Max" exhala un riguroso talento y prolijidad, y las referencias a títulos del cómic adulto como "Heavy Metal" o lo hecho por Moebius o Enki Bilal no son al azar. "Mad Max" es una película alocada, muchas veces insana, pero de una extraordinaria manera.
"Mad Max" es un filme loco. Un loco lindo."Mad Max: Road Fury". Ciencia ficción. EE.UU. 2015. 90 minutos. Mayores de 14.