Los cuentos que Jorge Nawrath ha reunido en el volumen Después de la ceniza nos recuerdan las antiguas lecturas regionalistas que dominaron la escena de nuestra narrativa nacional desde los primeros decenios del siglo XX. Como sabemos, terminaron transformadas en el tema de la crítica y la sorna de los novelistas que habían nacido durante ese período. Creo recordar que muchos años atrás fue Jorge Edwards quien dijo (y si no fue él, le pido perdón) que cuando era joven salía de la pieza dando un portazo si le mencionaban a alguno de esos autores. Pero hoy, a casi cien años de la publicación de Zurzulita , la novela de Mariano Latorre que mejor personaliza las preferencias narrativas de las generaciones regionalistas, el interés por desarrollar conflictos humanos que no solo se enmarcan, sino que son también representación de los ambientes naturales donde tienen lugar, no ha desaparecido por completo de nuestra literatura. Eso sí, ha cambiado su perfil porque los años no pasan en vano. Muy distantes están, por ejemplo, las de Hernán Rivera Letelier de las de Baltazar Castro, Volodia Teitelboim o Andrés Sabella. Y lo mismo puede decirse de los relatos de Jorge Nawrath con los de Mariano Latorre, Eduardo Barrios o Luis Durand.
La presencia de una naturaleza de sobrecogedora hermosura, pero también de impredecibles y antojadizos comportamientos; de amenazante crueldad y, a veces, de implacables castigos, extendiéndose desde La Araucanía hasta la Patagonia chilena, encierra a las calles, plazas, muros de adobe y casas patronales de los pueblos donde tienen lugar los relatos de Jorge Nawrath. Por tales escenarios deambulan personajes de comportamientos y destinos que podrían sugerir cercanías con las interpretaciones regionalistas más tradicionales. Labriegos y jornaleros se ven sometidos a las decisiones de patrones o autoridades caprichosas, como ocurre, por ejemplo, en "Desterrados". Madres victimizadas y rígidas abuelas deben asumir el rol de matriarcas de aldea para proteger lazos familiares debilitados o destruidos por elementos que se silencian ("El mundo paralelo de Arcadio"). Rivalidades y traiciones surgen en la desesperación de una pobreza compartida ("Asecho"). Epopeyas cotidianas de subsistencia se desenvuelven en momentos de cambio radical en que los espacios naturales comienzan a ser arrasados por las ambiciones inmobiliarias o por las demandas del progreso tecnológico ("Exvoto"). Incluso, me parece que el cuento con que se cierra el volumen recupera uno de los motivos más característicos de los melodramas regionalistas: la destrucción de la inocencia campesina a manos de la maldad citadina entrometida en el medio natural ("Nelda"). Sin embargo, considerados en su conjunto, da la impresión de que el propósito dominante de los cuentos de Después de la ceniza es superar las interpretaciones mecanicistas a que nos acostumbró el regionalismo literario. En su lugar, los narradores creados por Jorge Nawrath otorgan a la naturaleza del sur del Chile una fisonomía autónoma y fantástica que escapa a lo racional porque obedece a circunstancias cuyas manifestaciones pueden a veces anticiparse, pero nunca ser dominadas. Así lo sugieren cuentos como "Atrapado", "Esplendor de la nieve" o el que da título al volumen. Además, le otorgan el poder de modificar el mundo de afuera: un individuo afectado por la energía de un rayo se transforma en un vidente capaz de vaticinar la inminencia de la muerte en las personas que lo rodean ("Transparencias"). Y, finalmente, descubren que la intensidad de las fuerzas que la recorren alimenta también a las grandezas y miserias, los éxitos y los fracasos, los heroísmos y las tragedias de sus habitantes.
Para un autor interesado en representar temas de nuestra geografía, no es tarea fácil desembarazarse de la herencia del regionalismo literario. Si eso es lo que los cuentos de Nawrath han pretendido, creo que a la postre terminan ubicándose en un espacio equidistante entre la mirada tradicional y la innovadora. Pero el esfuerzo es, sin duda, meritorio.
Los narradores creados por Jorge Nawrath otorgan a la naturaleza del sur del Chile una fisonomía autónoma y fantástica que escapa a lo racional.