La pintura de Ximena Mandiola no resulta abstracta del todo. Sus genuinas unidades, como partículas de mosaico, siempre constituyen números que no pierden su condición de origen gráfico. Pero, en su actual exposición de Galería Patricia Ready, va más allá: suma ahora a marcadas texturas de pigmento, evocaciones de figuras reconocibles. De ese modo, por ejemplo, provoca algunas asociaciones con árbol. Entre estos casos tenemos una muy amarilla aproximación arbórea de cuento infantil -"Cada uno es uno"- (2013), en la que vemos no solo el tronco y la copa, sino raíces frondosas, todo en medio de un animado entorno multicolor. Asimismo reducida la figura vegetal a puro copa y tronco -"Vórtex II"-; o a raigambre apretada en el llameante "Recordé olvidar". El constante dinamismo formal es tan intenso que pareciera verse a todos los lienzos expuestos a punto de cambiar, formalmente.
Esta misma característica se traduce, también, en otros protagonistas asociables a lo reconocible. Ocurre con los follajes triangulares de los "Vórtex" V y IV (2012), de cromatismo más apagado. O con el torbellino de ordenadas explosiones que concretan los cuatro "Sartori" (2014) y esa especie de preciosa cola de fantástico pavo real en "Hoy como ayer y mañana y después". Al mismo tiempo se exhiben asomos de la realidad con las bocas de cráter volcánico que, antes de corresponder a una erupción, tragan cuanto existe a su alrededor: "Entre cuatro y cinco", "Siempre igual, como ayer y mañana y después". Por otra parte, el mayoritario colorido encendido, fulgurante de estos trabajos, funde más fluidamente observado desde lejos. Al acercarse mucho a algunos de ellos endurecen su efecto plástico. Por otra parte, sobre rectangulares soportes curvos, cuelgan tres estudios del material utilizado.
El altillo de la presente galería sirve de adecuado recinto para entregarnos, de la conocida artista Valentina Cruz, quince dibujos con tinta china de 2010-2015; siete son en formato extenso y en tres concurre un único color. Primordialmente por intermedio de blanco y negro, su factura de líneas apretadas define un claroscuro denso, muy a propósito para escenas nocturnas o de interiores. Siempre por entero figurativas, sus estampas ganan en atractivo visual al ofrecerlas a través de puntos de mira personales, capaces de otorgar movilidad formal a cada situación. Recurre la expositora a agrupaciones temáticas. La más numerosa cuenta con piernas femeninas como protagonistas. Se las somete a los peligros del bosque, a las acechanzas del hombre lobo o al desdoblamiento de este. No obstante, tales circunstancias resultarían un poco obvias si no fuera por el sentido del humor que recorre la exhibición entera. Y más aguda se torna esta cualidad a través de otros personajes aquí menos frecuentes. Uno resulta el gordiflón y astuto gato doméstico, a veces testigo siniestro; y la cartera arquetípica de mujer con presunto tesoro dentro. Asimismo, otro recurso determina uno de los mejores aciertos de Cruz: el solitario y ocasional color amarillo en función de iluminación. El oportuno golpe cromático comunica un sentido de evasión por sobre la figuración argumental. Se beneficia de similar proceder la bien lograda escena aparte de los jugadores de cartas.
Dos exhibiciones se halla mostrando el Museo de Artes Visuales. Una pertenece a Benjamín Ossa. Ofrece, junto a elaboraciones planas, un par de construcciones muy interesantes. Variación de otra presentada con anterioridad, su trabajo en acero negro y gris crea el paso de un potente foco luminoso a través de una larga perspectiva que se va adelgazando. A partir del cuadrado que concluye en un angosto óvalo, la travesía virtual por medio de nuestros ojos termina por agredirnos con su vigoroso cambio espacial. Bastante de dinámica de maqueta arquitectónica posee, por su parte, el enfrentamiento entre dos superficies volátiles de telas iguales, pero que intercambian la distribución de sus dameros negro y blanco. De los trabajos restantes, un grupo opta por la abstracción geométrica, mientras por la fotografía, un retrato impregnado de una luz que lo torna marmóreo, espiritualizándolo.
Ganadora del concurso 2013 del mismo museo, María Fernanda Guzmán propone el diálogo ceramio entre objetos domésticos y el clásico tejido a crochet, tan familiar en tiempos pasados. Sin embargo, parece que el textil no necesitara acompañamiento, pues la obra de veras descollante lo entrega solitario. Eso sí, transfigurado por intermedio de la distorsión del tamaño que magnifica, no solamente su condición material de cerámica, sino que lo convierte en visión que podría creerse emergida de una pesadilla enigmática.
"Sinapsis"
Nuevo rumbo para las pinturas numéricas de Ximena Mandiola
"Las aventuras góticas de piernas de neón"
Los dibujos con claroscuro denso de Valentina Cruz nos entregan nuevos relatos
Lugar:Galería Patricia Ready.
Fecha: Hasta el 5 de junio.
"Algo suspendido/Algo"
De Benjamín Ossa, sobre todo dos construcciones que activan la visión del espectador
"Revistiendo"
La magnificación de un viejo tejido, ahora en cerámica
Lugar: MAVI.
Fecha: Hasta el 28 de junio.