El primer trimestre del doctorado había sido extenuante. Por eso mi plan para el fin de semana posterior a su término era uno solo: descansar. Pero me quedaba el cacho de devolver libros en la biblioteca. Llegué temprano el sábado a hacer el trámite, pero al pasar frente a las mesas de estudio quedé helado. Eran las 8:30 horas y ¡mis compañeros asiáticos ya leían los papers del siguiente trimestre! La ecuación era clara: Competitividad = 99% transpiración + 1% inspiración. El descanso de 48 horas se transformó en un corto trayecto entre mi departamento y la biblioteca.
El rigor, disciplina y esfuerzo incansable de los estudiantes asiáticos los distinguen mundialmente. Contar con una población con esas características es un tremendo activo sobre el cual construir la competitividad de las generaciones futuras. De hecho, apuesto que ese factor incluso asegurará el progreso de naciones como los Estados Unidos, en donde es común que las primeras filas de las clases en colegios y universidades sean ocupadas por asiáticos americanos.
¿Y la competitividad de nuestras generaciones futuras? Me declaro pesimista. Y no por la amarga experiencia que significa hacer clases en Chile (la última vez el "representante" de la clase me exigió, a 24 horas de la entrega de una tarea, aplazarla pues estaba "muy difícil" y ellos "muy ocupados" por los paros), sino que por nuestros atrasos relativos en la generación de talentos y promoción de esfuerzos.
¿Exagero? Considere, por ejemplo, una variable ilustrativa: El número de alumnos de 15 años que alcanzan el nivel 6 (más altos) en la prueba PISA. La evidencia demuestra que dicha prueba está altamente correlacionada con el crecimiento de los países, así que la métrica algo informa respecto de nuestra futura competitividad.
Actualmente, cerca de 265 mil chilenos tienen 15 años. ¿Cuántos se estima alcanzan puntajes que los harían globalmente competitivos en PISA? ¿10 mil? ¿5 mil? Frío, frío. Afírmese: ¡menos de 365! Es decir, en todo Chile nace, con suerte, un chileno top al día. ¿Y, por ejemplo, Corea del Sur? Con una población 2,85 veces la de Chile, el país asiático produce casi 80 mil alumnos top , cerca de 230 veces más que Chile. Incluso considerando las diferencias en PIB per cápita, la cifra es abrumadora.
De acuerdo a la última CEP, un 83% de la población cree que Chile está estancado o en decadencia. El pesimismo de la calle tiene fundamento. Mientras otras naciones avanzan a toda velocidad, Chile se mira el ombligo y equivoca el mensaje. En la batalla por la competitividad global no hay espacios para modelos obsoletos, improvisaciones ni chabacanería (solo faltó el chacal de la trompeta esta semana). Ya hemos hipotecado suficiente competitividad y el desánimo cunde. Toda igualdad no promueve progreso. Hay que promover rigor -del bueno, ese que movía a mis amigos asiáticos a estar trabajando un sábado temprano- y sacudir la comodidad. Qué duda cabe, un chileno top al día no alcanza.