"Del árbol caído todos hacen leña", reza el proverbio. En un nuevo episodio por la pugna de poder dentro de Soquimich, y estrechamente envuelto en "los casos" empresariales que sacuden a la opinión en este momento, han caído su presidente, Julio Ponce, y su gerente general, Patricio Contesse. A ellos apuntan empresarios, superintendencias y políticos. No es un coletazo inesperado. Pero mirando desde la trayectoria del salitre es un momento para recapitular, ya que esa empresa es el resumidero de toda la actividad salitrera anterior, tan ligada a nuestra historia.
Hace doscientos años, este abono se obtenía en forma muy rudimentaria. En 1870 se introdujo el "sistema Shanks", que permitió su obtención en volúmenes industriales, con lo que se pudo responder a la creciente demanda mundial por abonos para incrementar la producción agrícola. Se transformó en una gran fuente de riqueza para los chilenos y, especialmente, para el fisco. Sin embargo, hasta la crisis de la Gran Depresión (1929-1931) no tuvo innovaciones tecnológicas, lo que lo dejó muy expuesto frente a ese difícil escenario mundial. Los desaciertos gubernamentales de ese momento constituyeron el golpe de gracia.
Solo al final de aquel período, los Guggenheim pusieron en marcha su nuevo "sistema"(1926), que abarataba costos significativamente, volviéndolo competitivo. Los demás productores, sindicatos, comerciantes y políticos lo denostaron implacablemente. Sobre este trasfondo, las decisiones del Gobierno actuaron como una lápida. No murió pero tampoco retomó vuelo. Así se mantuvo por los siguientes sesenta años.
Fue entonces cuando apareció la dupla Julio Ponce-Patricio Contesse (1985-1990). No introdujeron grandes cambios en la producción sino en la gestión y en su comercialización: "descomoditizaron" el salitre y lo volvieron competitivo, transformándolo en productos complejos para solucionar las reales necesidades de sus miles y miles de clientes alrededor del mundo, superando las dificultades en su comercialización. Cambiaron el acento de la empresa desde la minería extractiva al servicio a los agricultores. Con ellos el salitre recuperó su protagonismo y su trascendencia en la incesante revolución tecnológica de la agricultura mundial, permitiendo alimentar de mejor forma a una población cada día mayor. Soquimich ha llegado a ser una empresa grande y robusta que Chile debe tener presente, porque "quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija".