A propósito del día del libro, permítame recomendarle The Road to Character , el más reciente texto del connotado David Brooks. A partir de una serie de minibiografías, Brooks ejemplifica brillante y elegantemente las confrontaciones propias de la naturaleza humana: entre el Yo externo, aquel que opera con una lógica utilitarista, que se nutre de la competencia y busca el éxito, y el Yo interno, de lógica moral, que busca dar para recibir. El carácter resultaría de este conflicto.

Para cultivar el Yo externo -plantea el autor de "El animal social"-, es necesario trabajar nuestras fortalezas; para cultivar el Yo interno, nuestras debilidades. La cultura occidental promueve el primero y relega al segundo. Eso explicaría no solo la injustificada inflación de autoimportancia que nos caracteriza, sino que también la generalizada escasez de humildad, manifestación inequívoca de falta de carácter.

Y en Chile, ¿cuán faltos de carácter estamos? Quizás el desfile de novicios parlamentarios en los medios durante la semana pasada impidió sacarme la pregunta de la cabeza. ¿Serán sus vehementes argumentos de lógica moral y su resentimiento por la utilitarista señales de una generación con carácter? O por el contrario, ¿no serán sus estudiadas frases el más reciente producto de un evolucionado Yo externo que aprovecha la ausencia de carácter de la sociedad, camuflándose para alcanzar el éxito individual?

Es temprano para saberlo, pero la falta de carácter no puede ser descartada. De hecho, la hipótesis es consistente con los más recientes avances de la biología evolutiva, que sugieren que, contrario a lo que se creía hasta hace poco, el "éxito" de una especie no se debe a las inherentes preferencias por cooperar de sus miembros, sino que a la brutal competencia y selección entre grupos. Así, las posiciones con olor a Yo moral de muchos jóvenes parlamentarios -ellos mismos un producto de la descarnada competencia- podrían perfectamente ser una manifestación de un evolucionado ADN utilitarista y no un reflejo de su sólido carácter. (¿Interesada/o en tendencias en biología evolutiva? Le recomiendo el último libro del biólogo y ganador del Pulitzer Edward O. Wilson "El significado de la existencia humana"... ¡notable!)

En principio, no me incomoda la potencial falta de carácter de los jóvenes parlamentarios. El ambiente competitivo en que pululan les proveerá humillantes derrotas que contribuirán a forjarlo. Sin embargo, sí preocupa el impacto de equívocos mensajes sobre las nuevas generaciones. El camuflado y transversal desdén por la ambición y competencia no solo pueden afectar nuestro progreso, sino que también esa natural tensión entre los Yos a la que Brooks hace alusión. Debemos avanzar en igualdad de oportunidades, pero para promover el esfuerzo y el mérito. Una juventud sin deseo de competir no forja carácter. Un país sin carácter está confinado al subdesarrollo.