En los días de Semana Santa se activa un rito que revive a la alicaída TV abierta. Ni Netflix ni internet pueden aún opacar el rito de sintonizar los clásicos filmes religiosos que varias generaciones de chilenos hemos visto en pantalla chica, doblados al castellano y con unas tramas que sabemos al revés y al derecho.
¿Qué hay de novedoso en ver de nuevo a un vibrante Christopher Plummer como Herodes rugiendo: "Tráedme la cabeza del Bautista" en "Jesús de Nazareth"? ¿O qué puede parecer de atractivo en repetirse la cara de Charlton Heston como Ben-Hur cuando mira a su derrotado oponente Mesala?
Puede ser un acto de nostalgia repasar sin cuestionarse la película-miniserie de Franco Zeffirelli o "Los 10 mandamientos", de nuevo con Charlton Heston como Moisés.
El milagro de que estas cintas en TV sigan siendo, hasta nuevo aviso, un ritual, año tras año, radica en que ofrecen una ventana a historias redondas y señeras en su fabricación. Y que, además, poseen elementos que ya se nos han hecho clásicos. No es lo mismo ver y escuchar a Víctor Mature (en "El manto sagrado") doblado por la voz de Victor Guajardo que oírlo actuar en su inglés original. Tampoco es lo mismo ver y oír la interpretación de Robert Powell como Jesús de Nazareth sin el doblaje del mexicano Agustín López Zavala, con las dramáticas inflexiones que dice en la cruz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
La TV abierta de antes, la menos mala, resucita por estos días. Un milagro no menor que nos hace recordar que Agustín López Zavala era la misma voz de Carl Sagan en la versión para Latinoamérica de la "Cosmos" original. Otro viaje a otro cielo y, tristemente, irrepetible en las pantallas chicas locales.