Ya en su primera entrevista como directora ejecutiva de TVN, Carmen Gloria López dijo que venía dispuesta a cuestionar todos los dogmas de la televisión. Entre ellos, que en la mañana había que dar matinales, esto es, espacios de entretención, información y servicio que abarcan cuatro horas de lunes a viernes, tal y como los conocemos hoy. Varios meses después -demasiados en atención al crítico cuarto lugar al que ha llegado la señal estatal- López da una señal clara de su convicción.
La salida de Mauricio Correa (en la foto) de la producción ejecutiva de "Buenos días a todos", el programa que llegó a fundar a inicios de los 90 después haber hecho uno similar en lo que hoy es CHV, es un hecho significativo para la industria de la televisión. Más allá de las personas, lo que representa el alejamiento de Correa es el fin de una mirada no solo de los contenidos programáticos de la mañana, del público objetivo al que se dirige -la mujer- y del entorno que busca reflejar -el país-. Es la demostración de que el eslogan "El matinal de Chile" ya no servía más.
Y no es que el matinal haya cambiado, claro que no. Porque cada mañana después de las noticias, a las 8:00 horas en punto, chispeantes conductores seguían haciendo lectura de los titulares de la prensa, para luego dar paso a secciones de servicio como móviles ciudadanos, consultorías médicas o asesorías de imagen para la mujer. No faltaba hacia el fin de las cuatro horas de emisión segmentos de cocina o de conversación destinados a hablar de alguna celebridad. El problema es que al otro lado de la pantalla ya no estaban las mismas mujeres que hace 20 años no sabían cómo hacer respetar sus derechos o preparar comida saludable, y que se desvivían por tener un mejor aspecto físico que ofrecer. Era Chile el que había cambiado en estos 20 años en que el matinal dirigido por Correa escasamente varió.
Y si varió fue para explotar la nostalgia en vez de la innovación. El regreso de Patricio Frez a la locución en off fue la mejor muestra del intento por revivir los años de gloria, aquellos en que un trencito eléctrico recorría un maqueta de cartón piedra de Chile haciendo que los televidentes, de Arica a Punta Arenas, soñaran con que se estacionara en su ciudad para comunicarse telefónicamente -con total dificultad técnica y alto costo económico- con la capital. Las décadas pasaron, la banda ancha y la fibra óptica acortaron las distancias nacionales e internacionales, pero en "Buenos días a todos", majaderamente, el tren seguía siendo un símbolo de unión del país. La Estación Central como fondo de móviles de concurso fue una escenografía a la que, por añeja y repetida que pareciera, nadie parecía querer renunciar.
Un país cada vez más cosmopolita y conectado a la globalidad, con mujeres cada vez más empoderadas en sus roles públicos y de liderazgo, que poco tienen que ver con esas a las que interpelaba el espacio, todavía dirigido a las que viven pendientes de la vida de la vecina o de la estrella de TV y que hacen sus mayores esfuerzos -físicos y económicos- por verse mejor.
Es sabido que el canal le pidió al mismo equipo de Correa hacer los cambios necesarios, pero en pantalla estos eran tan inocuos como solo puede serlo lo elemental: de un día para otro las modelos aumentaron de talla y bajaron su estatura, tratando de renunciar a la idealización de un estándar físico impuesto por la propia televisión.
La salida de Correa es un movimiento valiente, pero quizás excesivamente cortés dado el tiempo que tomó. Y aunque lo uno no obste a lo otro, es indudable que a Carmen Gloria López se le cobrará -con un obvio sesgo de género- la lentitud de una decisión que tiene más que ver con la capacidad de ejecución. Decisiones de este tipo -pero con más osadía y celeridad- son las que necesita TVN para remontar o, al menos, para tener la libertad de experimentar.