Permítanme sumarme a Carlos Franz y a Agustín Squella, y felicitarlos por sus ingeniosas columnas sobre las palabras que no repetirán: chao chao; cuídese; todo bien; estimado, a secas; paradigma; arista; imagen país, y otros clichés.
Ojalá también algunos políticos revisaran y omitieran de su lenguaje populismos, obviedades, eufemismos y muletillas.
"Todas y todos" lo repiten casi todos. Desde arriba abajo. Lo inició Hugo Chávez y lo consagró en la Constitución bolivariana. Pretende "inclusión": como si la inclusión y la equidad de género dependieran solo de palabras. Muchas no lo permiten: podremos decir millonarios y millonarias. No hay pobras ni pobros. Solo pobres, sin distinción de género, y no debe haberla.
Más todavía. Parecería que para los políticos que se califican de progresistas se acabaron los pobres y la prioridad que merecen. Los diluyeron en la palabra más recurrida de todas: "vulnerable", que tampoco suena en femenino y que es casi toda la población. Para no serlo hay que ser de mediana edad y con pleno uso de las facultades físicas y mentales. Hay billonarios vulnerables si son jóvenes, viejos o están incapacitados.
El ministro del Interior ha convocado a un "diálogo maduro". Lo de maduro sobra y confunde. Podría involucrar al innombrable presidente venezolano, que no es precisamente dialogante. Siguiéndolo, el ministro calificó de destemplada la respuesta del rector de la UC a su invitación.
Una hipocresía épica de muchos políticos es considerarse "disponible". Un eufemismo para candidatearse a la Presidencia, a un ministerio, al Parlamento o a dirigir una determinada causa, que con soberbia dirán que "le hace bien a Chile", forzando a su competidor a "dar un paso al costado".
La autoproclamada disponibilidad es indicativa de ambiciones y para alcanzar el apoyo de las cúpulas partidarias. Si lo logran, aparentarán el mayor sacrificio, para terminar afirmando que "no se restarán al llamado" que ellos mismos orquestaron. La cosa va escalando. Un ministro ha elogiado a otro colega por estar disponible para arriesgar su capital político (¿?).
"Diversidad" es otra palabra manoseada. A todos nos gusta, no quisiéramos que fuéramos idénticos como los pingüinos. La diversidad ahora sirve para cualquier distinción; incluso se usa en sentido contrario. La Nueva Mayoría dice ser diversa, cuando su agenda es una sola y excluyente: como tantas otras agrupaciones políticas, se reparten los cargos públicos solo entre sí.
No hay espacio suficiente para las interminables asociaciones de palabras que deberían omitir los políticos. Nos han hecho a todos vulnerables, para hacernos dependientes de su poder y del Estado.