Atención a suscriptores
Su contrato de suscripción digital está por vencer. Para renovar por un año adicional presione aquí.
RenovarColumnistas
Viernes 23 de enero de 2015
Crítica a tres películas
"La relación obvia entre Michael Keaton, actor antaño famoso por hacer de Batman en las películas de Tim Burton, y su personaje en "Birdman", el vínculo persona-personaje, sobrepasa el cliché y lo que consigue González Iñárritu es meternos en la cabeza de este artista en crisis..."
"Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)"
En el inicio de esta pieza maestra del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, hay una cita al poeta y escritor Raymond Carver: "-¿Y obtuviste todo lo que quisiste de esta vida, a pesar de todo?. -Sí. -¿Y qué querías? -Llamarme alguien amado, sentirme amado en la Tierra". La cita es motor y gestor de lo que se viene: el delirio y angustia de un actor decadente, Riggan Thomson (Michael Keaton), antaño famoso por hacer de un superhéroe en el cine, y ahora, un ansioso artista viejo y olvidado, que busca sentirse amado y reconocido de nuevo, pero esta vez sobre el escenario de Broadway en una obra basada en un texto de Carver. La relación obvia entre Michael Keaton, actor antaño famoso por hacer de Batman en las películas de Tim Burton, y su personaje en "Birdman", el vínculo persona-personaje, sobrepasa el cliché y lo que consigue González Iñárritu es meternos en la cabeza de este artista en crisis, al borde de una lúcida locura, de una manera soberbia y divertida. Usando en la mayoría del filme el recurso del plano secuencia, una cámara fija que no para de rodar, aunque existan saltos temporales y de espacio encadenados con sutileza y continuidad. "Birdman" es el espejo y análisis de una crisis creativa y existencial que usa como metáfora viva al teatro, en abstracto, y a la vez el mismo teatro físico donde la cámara, inquieta, hiperquinética de Emmanuel Lubezki, se mueve sin parar. Los pasillos, escenografías, camerinos y delirios por los que transita Riggan, son proyecciones de sus propios vaivenes cerebrales y emocionales: su áspera relación con su hija (Emma Stone), su amorío con una actriz de la obra (Andrea Riseborough), sus peleas con su coestrella, el notabilísimo Edward Norton, y sus dudas de si tendrá éxito como actor de nuevo, son algunos estados que cimientan su camino hacia una epifanía más grande que la vida. Alejandro González Iñárritu filma así una gran película sobre el arte, ser artista y los chispazos de la creación y su fin último. Sentirse amado y también, su secreto crucial: sentirse odiado. Drama. EE.UU. 119 minutos. Mayores de 14.
"Amor es todo lo que necesitas"
La directora danesa Susanne Bier es de lo más interesante de la escena europea actual. Sus filmes, dramas intensos como "Hermanos" -que tuvo un remake en Hollywood-, o "Después de la boda", o "Hævnen", le dan créditos de sobra y más con este filme de 2012: una "dramedia" que incrusta humor y comedia romántica a su historia: una mujer con cáncer se entera de la infidelidad de su marido en la víspera del matrimonio de su hija. Deshecha, viaja a Italia para la ceremonia y, sin esperarlo, hace buenas migas con el padre del novio, un Pierce Brosnan trabajólico y robótico. Susanne Bier lo que consigue es izar las velas de una historia con mensaje propio y original, con una protagonista palpablemente real, pero sabiamente envuelta en los códigos de la comedia romántica. "Den skaldede frisør". Drama. Comedia. 2012. Dinamarca. Alemania. Italia. Suecia. 116 minutos. Mayores de 14.
"St. Vincent"
Bill Murray lo hace de nuevo. Con gestos y muecas, convierte un personaje de papel en un entrañable ser humano. En esta comedia simpática, Murray logra vencer la imposición de la caricatura del esmerado director debutanteTheodore Melfi, para robarse la película como Vincent, anciano mañoso y decadente que hace algo contra su autodestructiva rutina entre bares y nudistas: cuidar al pequeño hijo de su vecina (Melissa McCarthy) mientras ésta trabaja. La relación entre el niño, entonces, y el veterano es un buen dueto en la pantalla, en el rango amable y predecible de la comedia masiva. No está la grandeza de "Hechizo del tiempo", con Murray atrapado en el mismo día; tampoco la nostalgia existencial de "Flores rotas", con Murray buscando a un posible hijo; menos existe el misterio de "Perdidos en Tokio". Pero sí hay en "St. Vincent" la rúbrica de un grande de la actuación de nuestros días. Un cultor de una interpretación de la tristeza encubierta, que es lo mismo que decir comedia inteligente. Comedia. EE.UU. 102 min. Mayores de 14.
En el inicio de esta pieza maestra del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu, hay una cita al poeta y escritor Raymond Carver: "-¿Y obtuviste todo lo que quisiste de esta vida, a pesar de todo?. -Sí. -¿Y qué querías? -Llamarme alguien amado, sentirme amado en la Tierra". La cita es motor y gestor de lo que se viene: el delirio y angustia de un actor decadente, Riggan Thomson (Michael Keaton), antaño famoso por hacer de un superhéroe en el cine, y ahora, un ansioso artista viejo y olvidado, que busca sentirse amado y reconocido de nuevo, pero esta vez sobre el escenario de Broadway en una obra basada en un texto de Carver. La relación obvia entre Michael Keaton, actor antaño famoso por hacer de Batman en las películas de Tim Burton, y su personaje en "Birdman", el vínculo persona-personaje, sobrepasa el cliché y lo que consigue González Iñárritu es meternos en la cabeza de este artista en crisis, al borde de una lúcida locura, de una manera soberbia y divertida. Usando en la mayoría del filme el recurso del plano secuencia, una cámara fija que no para de rodar, aunque existan saltos temporales y de espacio encadenados con sutileza y continuidad. "Birdman" es el espejo y análisis de una crisis creativa y existencial que usa como metáfora viva al teatro, en abstracto, y a la vez el mismo teatro físico donde la cámara, inquieta, hiperquinética de Emmanuel Lubezki, se mueve sin parar. Los pasillos, escenografías, camerinos y delirios por los que transita Riggan, son proyecciones de sus propios vaivenes cerebrales y emocionales: su áspera relación con su hija (Emma Stone), su amorío con una actriz de la obra (Andrea Riseborough), sus peleas con su coestrella, el notabilísimo Edward Norton, y sus dudas de si tendrá éxito como actor de nuevo, son algunos estados que cimientan su camino hacia una epifanía más grande que la vida. Alejandro González Iñárritu filma así una gran película sobre el arte, ser artista y los chispazos de la creación y su fin último. Sentirse amado y también, su secreto crucial: sentirse odiado. Drama. EE.UU. 119 minutos. Mayores de 14.
"Amor es todo lo que necesitas"
La directora danesa Susanne Bier es de lo más interesante de la escena europea actual. Sus filmes, dramas intensos como "Hermanos" -que tuvo un remake en Hollywood-, o "Después de la boda", o "Hævnen", le dan créditos de sobra y más con este filme de 2012: una "dramedia" que incrusta humor y comedia romántica a su historia: una mujer con cáncer se entera de la infidelidad de su marido en la víspera del matrimonio de su hija. Deshecha, viaja a Italia para la ceremonia y, sin esperarlo, hace buenas migas con el padre del novio, un Pierce Brosnan trabajólico y robótico. Susanne Bier lo que consigue es izar las velas de una historia con mensaje propio y original, con una protagonista palpablemente real, pero sabiamente envuelta en los códigos de la comedia romántica. "Den skaldede frisør". Drama. Comedia. 2012. Dinamarca. Alemania. Italia. Suecia. 116 minutos. Mayores de 14.
"St. Vincent"
Bill Murray lo hace de nuevo. Con gestos y muecas, convierte un personaje de papel en un entrañable ser humano. En esta comedia simpática, Murray logra vencer la imposición de la caricatura del esmerado director debutanteTheodore Melfi, para robarse la película como Vincent, anciano mañoso y decadente que hace algo contra su autodestructiva rutina entre bares y nudistas: cuidar al pequeño hijo de su vecina (Melissa McCarthy) mientras ésta trabaja. La relación entre el niño, entonces, y el veterano es un buen dueto en la pantalla, en el rango amable y predecible de la comedia masiva. No está la grandeza de "Hechizo del tiempo", con Murray atrapado en el mismo día; tampoco la nostalgia existencial de "Flores rotas", con Murray buscando a un posible hijo; menos existe el misterio de "Perdidos en Tokio". Pero sí hay en "St. Vincent" la rúbrica de un grande de la actuación de nuestros días. Un cultor de una interpretación de la tristeza encubierta, que es lo mismo que decir comedia inteligente. Comedia. EE.UU. 102 min. Mayores de 14.
