Danilo Maldonado, grafitero cubano, fue apresado el 24 de diciembre en La Habana cuando transportaba dos chanchos pintados con los nombres de Raúl y Fidel, para una "acción de arte". Tania Bruguera fue detenida una semana después al tratar de instalar un micrófono en la Plaza de la Revolución para que los cubanos hablaran de lo que quisieran. No parece que estos actos sean tan graves -como tampoco me lo parece hacer un chiste sobre Mahoma, o cualquier profeta-, pero a Maldonado le costó un tiempo en la cárcel. Bruguera fue liberada antes. El régimen cubano ya no ejecuta en el paredón a sus disidentes, pero tampoco les ha dado la libertad de expresión que el mundo civilizado ha defendido después del horrible asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo, en París.
Aplaudo sin titubeos el giro que dio Obama a la política hacia Cuba. Cincuenta años de embargo no trajeron democracia a la isla y alejaron a EE.UU. de América Latina; empobrecieron a los cubanos y le dieron un pretexto a La Habana para mantener la "alerta de guerra" ante otra eventual operación Bahía Cochinos. Esta semana Roberta Jacobson, a cargo de la política regional norteamericana, irá a Cuba para la primera reunión bilateral sobre el inicio de la normalización de relaciones diplomáticas. Es probable que no haya grandes anuncios a la salida; aun así, el momento es crucial para echar a andar un proceso que permitirá establecer puentes.
Con las medidas que entraron en vigor el viernes, que alivian las restricciones al comercio, la inversión y los viajes por parte de EE.UU., bien puede crearse una dinámica que, por un lado, incrementará el intercambio entre ambos países (que en 2014 fue de US$ 278,8 millones, muy por debajo del peak de US$ 711 millones en 2008) desatando las fuerzas creativas de los emprendedores de la isla, y por otro, provoque una presión por más libertad y mayores espacios para hacer política. El entusiasmo en EE.UU. por hacer negocios en Cuba ya quedó de manifiesto con los pronunciamientos de las asociaciones agrícolas y alimentarias, que se preparan para inundar de comida el mercado cubano.
¿Y el "bloqueo"? El 63% de los norteamericanos apoya terminar con el embargo, según encuesta del Centro Pew, del viernes, pero en el Capitolio se oponen los congresistas de origen cubano. Eso quizás cambie a medida que sus electores se inclinen por abrirse a Cuba. En cada elección, aumenta el voto demócrata entre los cubanos de Florida, con las generaciones jóvenes más favorables a profundizar contactos con la isla. Además, los efectos de las medidas del gobierno de Obama irán quitándole fuerza a la legislación.
Supongo que toda la "normalización" tomará su tiempo, que habrá episodios buenos y malos, avances y retrocesos. En todo caso, no hay que hacerse ilusiones de que EE.UU. logre por sí solo un cambio de régimen. Eso lo tienen que hacer los cubanos, y por ahora no parece que Raúl Castro -que prometió retirarse en 2018- tenga en su horizonte una pronta instauración de un sistema democrático. Ni siquiera voluntad para permitir acciones de protesta como las de Danilo y Tania.