Es un alivio empezar a ver estrenos en la TV abierta que no sean teleseries turcas. El domingo en la noche Chilevisión estrenó "Pequeños gigantes", un concurso de talentos infantiles que logró colarse entre los 10 programas más vistos del día, con 9,2 puntos de rating promedio. Aunque con diferente estructura, se parece mucho en su espíritu a "Superestrellas". Se trata de niños, de entre 4 y 14 años, provenientes de todo el país, que buscan mostrar sus aptitudes para el canto, el baile y para divertir al público con su carisma.
En su primera edición, los momentos más altos se dieron cuando los participantes mostraban verdadero talento. Así ocurrió, por ejemplo, con las primeras dos parejas de bailarines y con el segundo duelo de cantantes. Este último enfrentó a Hanseel (12), de Concepción, y a Álex (12), de Puerto Montt, y sus interpretaciones fueron tan potentes que sacaron lágrimas de emoción a Amaya Forch, miembro del jurado.
Entre "Pequeños gigantes" y "Superestrellas" hay dos grandes diferencias. La primera es que en el nuevo programa competirán equipos y no individuos. La segunda es que ahora hay una nueva categoría, además del canto y del baile: "el carisma". Esta última es "el motor" del programa, según explica el director Juan Pablo González. En el primer capítulo los "carismáticos" elegidos fueron niñas muy pequeñas y con harto desplante. Luciana, por ejemplo, le dijo a la animadora Carolina de Moras que si quería animar Viña tenía que "ponerle estilo", y le dio una clase de interpretación en el canto. Esta sección busca mostrar la gracia inocente de los niños y sus salidas sin filtro. Pero hay que tener cuidado, porque en este terreno es fácil caer en los "viejos chicos" con demasiada autoconciencia de su actuación y del efecto que provocan. En esta edición debut más de una vez se traspasó esta frontera, sobre todo con participantes de personalidad tan arrolladora como la mencionada Luciana.
El jurado -compuesto por Amaya Forch, Power Peralta y Américo- se mostró cálido, cercano y con conocimiento de sus respectivas áreas. Es recomendable bajar la dosis de condescendencia con los participantes. Es cierto que son niños y talentosos, pero no es necesario derretirse ante todos ellos; solo algunos lo merecen, sobre todo los bailarines y cantantes. Lo mismo para la animadora Carolina de Moras: su tono sobreprotector con los niños resulta sobreactuado.