Todos necesitamos muchas cosas. Mucho amor, mucha escucha, muchos favores. Parece que las mujeres cambiamos la tarea de ser dueñas de casa y madre, para estar mucho más ocupadas, cansadas, deprimidas, ansiosas, furiosas, que antes. Parece que estamos para dar, más que para recibir.
Porque en definitiva, nuestro rol sigue siendo estar disponibles. Como antes, para ocuparnos de la comida en estas fiestas de Navidad y Año Nuevo, para ayudar a los niños, sus pololas o señoras, los nietos y los padres que aún están vivos y también nos requieren. (Hasta la suegra nos llama a nosotros y no a su hijo para ver qué necesitan los niños o pedirnos la receta del pan de pascua). Ni hablar si uno se demora en contestar un mensaje por el celular o un mail... ¡es mala educación!
Nuestro rol de mujeres ha cambiado mucho, pero lo de estar disponibles sigue vigente.
Propongo parar. Y conquistar el mundo de la libertad que significa que no somos como los demás quieren que seamos. Somos como somos. Unos seres humanos con problemas, con una enorme necesidad de silencio, con flojera, con ganas de que nos hagan las cosas. Que sea el papá el que va a buscar los niños a las fiestas. Que sea el papá el que se ocupe de los regalos de Navidad de toda la familia, que si nosotros escuchamos nos escuchen a nosotros nuestras latas que son tan latas como la de nuestros hombres, solo que a ellos tenemos que escucharlos atentamente porque estamos, somos disponibles.
Habrá muchas mujeres que quieren estar disponibles. Respetable. Pero hay otras que no lo quieren. Para esas, propongo ser mamá, amiga, esposa, nuera... UTI. O sea, solo en emergencias estamos disponibles. Y las emergencias las decide la vida, pero también nosotras.
Ruego disminuir los índices nacionales de depresión femenina. Son altísimos y la mayoría es por puro cansancio.
Si nos da culpa cambiar, entonces ¡hagámoslo por patriotismo!