"Las mil y una noches" demostró que ficción audiovisual de tierras tan lejanas como las de Turquía podía resonar fuertemente en la audiencia local. Con una narrativa pausada e historias de amor tan simples como sufridas, los paisajes naturales y manifestaciones emocionales de una cultura tan remota generaron afinidad. Y la apuesta, al por mayor, es que la seguirán generando aún.
Todos los canales locales, excepto TVN, estrenaron en sus parrillas veraniegas teleseries turcas. Hoy Canal 13 tiene 3 en el aire -"El sultan", "Amor prohibido" y "Kuzey Guney"-, CHV emite "Tormenta de pasiones" y Mega, el descubridor del filón, se anota con lo que queda de "Fatmagül", la nueva "Ezel", y ya prepara la llegada de "Sila". Es decir, si consideramos que algunas superan la hora y media por capítulo, hay días en que fácilmente llegamos a las 10 horas de teleseries surgidas allá, un verdadero baño turco de gran duración.
Las áreas dramáticas y productoras locales deben estar cercanas al punto de ebullición. Lo bueno es que este tratamiento de shock higiénico al que se ven sometidas debiera tener un desenlace depurativo y renovador. Más claramente dicho, esta calurosa oleada turca es una desintoxicación.
Muchos creadores locales habían perdido conexión con las audiencias en los últimos años -honrosa excepción la de María Eugenia Rencoret-, y se habían embarcado en ambiciosas puestas en pantalla que más tenían que ver con gustos personales o mensajes sociales que con saber poner por delante al espectador.
Lo que las turcas enseñan es que las historias atractivas tienen los mismos componentes que en el colegio se aprendió: una historia simple, personajes protagónicos y secundarios, y una gran moraleja que entregar. Y esto no es menor, porque si algo comparten todas las historias nombradas arriba, es una profunda y, a la vez, simple apuesta valórica: bien versus mal, vergüenza versus dignidad, virtud versus corrupción.
Los valores son los grandes protagonistas de las teleseries turcas. Más allá de las diferencias culturales -poligamia en la antigüedad o machismo en la actualidad-, lo que en estas teleseries mueve la acción de estos personajes es la lucha por el amor puro, la lealtad filial y la unión familiar. Ese fundamentalismo, sin ser llevado a excesos, es muy digno de respetar.