Los partidos de derecha podrán estar en crisis pasajera, pero sus ideas cobran especial vigencia. En cambio, las revoluciones cubana y venezolana van de tumbo en tumbo. También están en el abismo los regímenes izquierdistas ideologizados como los de Argentina y de Francia.
En un mundo globalizado los gobiernos no pueden abusar del gasto público para juntar votos. Hunden las economías, empobrecen a los pueblos y desencadenan fugas de talentos, de trabajadores y de inversiones.
Los cubanos se arriesgan huyendo en balsas. Los argentinos, venezolanos y otros latinoamericanos compran dólares para llevarlos fuera del país. Los franceses cambian sus domicilios tributarios.
En Francia expiró el impuesto del 75% y, como en España, rebajan los tributos. El socialismo de Hollande no tiene admiradores, lo apoyan el 12% de los franceses. Su daño fue inmenso. Cayó la inversión extranjera a la vigésima parte, el desempleo se duplicó y miles de franceses se domiciliaron tributariamente en Bélgica, Suiza e Inglaterra.
También el castrismo perdió a sus admiradores. Ya no llega el oro de Moscú. Se le acaba el subsidio petrolero de Venezuela para contener la pobreza. El realismo de Obama rompió el aislamiento de Cuba, excusa del fracaso castrista y de la solidaridad mundial. Cuba y Fidel agonizan.
La revolución venezolana condujo al caos. Con inflación del 63%, la más elevada del mundo, desabastecimiento generalizado y de los más altos índices de homicidios, es cuestión de tiempo antes de que explote.
¿Qué queda de los demás populismos y revoluciones latinoamericanas? La de Nicaragua nunca fue convincente y sus impulsores, como el sacerdote Ernesto Cardenal, rechazan un régimen patrimonial de la familia del gobernante, que imita el modelo Somoza.
En Bolivia, el socialismo indigenista de Evo Morales pacta con el empresariado de Santa Cruz y se asemeja al capitalismo de Estado del denostado MNR de Paz Estenssoro.
El modelo progresista de los Kirchner va a su término, pocos lo apoyan y la señora K dejará el gobierno con una fortuna de su entorno y personal demasiado rápidamente adquirida para ser convincente de su afán progresista.
Maduro, Kirchner, Ortega y Castro buscan salvataje en otro continente. En China. Los chinos no son ilusos. Exigen garantías de contratos de las limitadas disponibilidades de petróleo, granos y suministros.
Los comunistas y la izquierda chilena ideologizada se quedan sin modelos extranjeros a seguir. Están siendo superados por otra izquierda más moderna y pragmática, capaz de formular una política exterior sobre la base de los intereses permanentes de Chile. Podremos tener algunas discrepancias, pero en eso han estado cancilleres como Muñoz, Valdés e Insulza para representarla.