La teleserie comienza con Halit Ergenç, Onur de "Las mil y una noches", con armadura y secundado por parte de su ejército. La historia se desarrolla en 1520 y el actor ahora interpreta a Suleimán El Magnífico, quien acaba de heredar el trono del Imperio Otomano y luce resuelto, poderoso y rodeado de un harem de bellas mujeres que se pelean por satisfacerlo.
Bastan pocas escenas para confirmar por qué el "El sultán" goza de estatus de superproducción. Más que una teleserie tiene factura de serie -en Turquía duró cuatro años- con una fotografía increíble, palacios monumentales, vestuarios elegantes y bien confeccionados, y más de una veintena de personajes que giran en torno a Suleimán, siempre a ese ritmo lento al que ya nos tienen acostumbrados otras telenovelas turcas como "Las mil y una noches" y "Fatmagül".
Aunque se trata de una producción histórica, "El sultán", como cualquier telenovela que se precie de tal, tiene como base una historia de amor: la que comienza a gestarse entre Suleimán y Alexandra, una esclava díscola que llega hasta el palacio como sirvienta y que desde el primer momento intenta seducirlo. La tentación permanente, sus constantes titubeos y el excesivo interés que Suleimán demuestra por Alexandra y las fiestas comienzan a perfilar a un rey vulnerable y contradictorio.
El sultán de Halit, rodeado de lujos y mujeres, sin duda, tiene similitudes con el Onur déspota de los primeros capítulos de "Las mil y una noches" -ese que pagó millones por pasar una noche con Sherezade-, lo que pareciera alimentar la ambición de Canal 13 de levantarle a Mega el público que sigue al actor, más ahora que a "Las mil y una noches" le quedan apenas tres capítulos.
Pero la tarea no parece tan fácil ya que la sola presencia del galán del momento no es para nada garantía de rating . Lo que realmente inclina la balanza a favor o en contra de una teleserie -bien lo saben las áreas dramáticas- es que los televidentes se identifiquen con una historia y sus personajes, y una producción de época, ambientada en Medio Oriente y en la que se habla de guerras y de esclavitud, pareciera ser un referente demasiado lejano. Solo queda esperar que el conflicto amoroso se imponga a las batallas del Imperio Otomano -que con mucha suerte algunos recordarán como materia de estudio- y que el sultán Suleimán baje del trono y se humanice en los próximos capítulos.