En Venezuela, quien desafía al Presidente Maduro se expone a prisión. Por temor o por conveniencia, la mayoría de los gobiernos latinoamericanos y del Caribe lo apoyan. O prefieren ser indiferentes ante sus abusos: es el caso del gobierno de Chile.
Ayer, la dirigente opositora Corina Machado fue encausada por falso intento de magnicidio para desbancar al régimen venezolano. Antes, recibió graves lesiones de parlamentarios oficialistas. A comienzos de año fue cesada en el cargo de diputada por denunciar en la OEA los atropellos de Maduro. Otro líder opositor, Leopoldo López, permanece en una prisión militar por dirigir protestas en contra del autócrata. Lo acompañan dos alcaldes disidentes.
Guardan silencio la OEA, UNASUR, sus secretarios generales y los gobiernos que las integran. Atrás quedó la penosa y fracasada intervención de los cancilleres de UNASUR que terminó fortaleciendo a Maduro.
Venezuela está al borde del colapso. El partido gobernante controla los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial y electoral. También la economía mediante expropiaciones, fijaciones de precios y control de las transacciones en moneda extranjera. Allí cunde la corrupción, la opresión, el desabastecimiento, las colas, el contrabando y el mercado negro. Su índice de criminalidad es el más alto de Sudamérica, y el de inflación -ya cerca de los tres dígitos- probablemente el más elevado del mundo.
La pregunta es cómo el régimen de Maduro se mantiene en el poder. Su poder autocrático no es la única razón, ni tampoco los frecuentes reajustes de sueldos que da a las Fuerzas Armadas. Lo favorece el silencio externo y, especialmente, el apoyo de los gobiernos y partidos extranjeros que comparten el socialismo del siglo 21, receptores de la asistencia petrolera y financiera venezolana. En Chile está comprobado que se recibieron millones de dólares venezolanos, canalizados fraudulentamente a la Universidad ARCIS, controlada por el Partido Comunista. Administrativos de la Universidad han declarado que esos fondos no llegaron a ese destino: fueron a dar a las campañas de algunos candidatos de la Nueva Mayoría. La tercera razón de la permanencia del régimen de Maduro es la falta de unidad y de organización de la oposición venezolana.
Tampoco la Alianza del Pacífico quiere alzar su voz ante los acontecimientos venezolanos. El gobierno de Chile y sus otros miembros apoyaron la candidatura de Venezuela al Consejo de Seguridad.
Loables han sido las protestas de algunos parlamentarios chilenos; la misión del ex senador Viera-Gallo, que no fuera recibida por autoridad alguna ni se le permitió visitar a López; y la declaración de ex Jefes de Estado latinoamericanos, que incluyen al ex Presidente Lagos.
Lo que falta es que el gobierno chileno y su cancillería rompan el silencio y alcen sus voces para denunciar los abusos de Maduro y la persecución a sus opositores.