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Editorial
Domingo 16 de noviembre de 2014
La semana política
"No todos los protagonistas de los gobiernos de la Concertación están dispuestos a aceptar impávidos que su obra sea puesta en duda..."
Positivas coincidencias entre ex presidentes
Es comprensible el entusiasmo que suscitó entre los asistentes el foro de los ex
presidentes Lagos y Piñera organizado esta semana por la Cámara de Comercio de
Santiago. En momentos en que el debate público se ha polarizado de modo peligroso
(llegando incluso al insulto) y en que abundan los discursos maximalistas, fue saludable
escuchar a dos ex mandatarios de signo opuesto reivindicando los acuerdos y planteando
al país tareas cuya concreción supone esfuerzos mancomunados y no la imposición
arrasadora de un sector sobre otro.
Particularmente relevante es el caso de Lagos, el más activo de los ex presidentes
concertacionistas, y quien defiende así una forma de entender la política que una
parte de la Nueva Mayoría y de la colectividad de la que es fundador, el PPD, han
desechado y descalificado: fue precisamente el presidente de este partido el autor de la
ya tristemente célebre metáfora de la retroexcavadora. Muy lejos de esa postura, Lagos
no solo evidenció coincidencias con Piñera en el referido foro, sino que días antes, el fin
de semana pasado, escogió precisamente el consejo general PPD como escenario para
advertir que "Chile no merece este clima de beligerancia" y pedir una "mirada larga",
donde los consensos sean vistos como una forma de asegurar la continuidad de los
logros.
Tal concepción -hoy rechazada por quienes equivocadamente suponen que los
acuerdos son sinónimo de claudicación- estuvo en la base de los éxitos conseguidos
por Chile durante los gobiernos de la Concertación. Los dichos del ex Mandatario -
sumados a otras intervenciones de ex autoridades durante estos días- revelan que no
todos los protagonistas de ese período están dispuestos a aceptar impávidos que su
obra sea puesta en duda ni que el país arriesgue lo conseguido durante décadas de
esfuerzo.
Mucho más que arriendos y compensaciones
El debate educacional continuó esta semana en el Senado con las exposiciones de
ex ministros del área. Tal como ocurriera hace meses con la reforma tributaria en
su formulación original -frente a la cual los ex secretarios de Hacienda manifestaron
transversalmente sus reparos-, ahora los ex titulares de Educación de gobiernos distintos
expresaron posturas críticas respecto de otra iniciativa de la actual administración.
Cabría esperar que una discusión así -en que figuras de disímil posición política, pero de
reconocido dominio en el tema, coinciden en su insatisfacción respecto del proyecto-
diera pie a una reformulación profunda de sus contenidos.
Constituiría, por cierto, un grave reduccionismo limitar la búsqueda de acuerdos en este
tema a la mera corrección de aspectos como el mecanismo de arriendo de colegios o
las eventuales compensaciones para sostenedores ante el cambio de reglas que implica
el proyecto. La iniciativa en cuestión toca valores fundamentales; específicamente, la
libertad de enseñanza, con todo lo que ella supone, en cuanto a libertad de los padres
para decidir la educación de sus hijos y también libertad de las personas para desarrollar
proyectos educativos diversos. Es eso, y no simplemente los intereses de un grupo de
emprendedores, lo que está en juego en una iniciativa que, de aprobarse en su contenido
actual, restringiría severamente el ejercicio de dicha libertad y el pluralismo que hoy
caracteriza al sistema educacional chileno.
Corresponde aquí una responsabilidad particular a actores que históricamente han
luchado por tales principios. Desde luego, la actuación de la Iglesia Católica durante los
siglos 19 y 20 fue determinante para lograr la plena vigencia de la libertad de enseñanza
y defender esta cada vez que fue amenazada. Efectuó así una invaluable contribución al
país. Y precisamente por eso cabe esperar que sus intervenciones en el actual debate se
sitúen a la altura de ese aporte. Empequeñecería de modo lamentable su rol histórico
el que llegara a percibírsela esmerada solo en resolver cuestiones instrumentales que
pudieren afectar a algunos de sus establecimientos. En ese sentido, las palabras que
repetidamente ha expresado el cardenal Ricardo Ezzati, planteando su insatisfacción con
la concepción misma del proyecto de reforma hoy en trámite y pidiendo una discusión
acorde con la trascendencia del tema, resultan iluminadoras.
Credibilidad de una alianza
Son loables los esfuerzos que desarrollan los principales partidos de la centroderecha
por constituirse como una oposición sólida y eficaz. Ello pasa por avanzar hacia la
institucionalización de sus relaciones -tarea largamente postergada- y la identificación
de un conjunto de principios comunes a partir de los cuales construir una propuesta
alternativa al proyecto de la Nueva Mayoría.
Poca credibilidad alcanzarán, sin embargo, tales empeños mientras los mismos partidos se
sigan mostrando incapaces de concordar posiciones en temas fundamentales. Lo ocurrido
esta semana en la votación general en el Senado de la reforma electoral mostró a un
sector que, lejos de actuar cual pretendida "Alianza por la libertad", no logra definir una
misma estrategia frente al cambio de una ley decisiva para el funcionamiento del sistema
político y para su propia proyección.