¿De qué trata Aurora? Veamos. Sofía Olivari (Amparo Noguera), mujer en los 40, profesora básica en una escuela de Ventanas, lleva años tratando de adoptar un hijo junto a su esposo Pedro (Luis Gnecco). No ha podido ser madre y sabe que comparte con otras 1.500 parejas la espera por alguno de los 400 niños disponibles cada año. Cierto día lee en la prensa local que una guagua muerta ha sido encontrada en el basural del pueblo. En un golpe súbito de convicción, decide que debe recuperar ese cadáver anónimo para darle sepultura.
Entonces comienza su pequeña epopeya. El juez Barría (Jaime Vadell) le advierte que carece de derechos para hacerse cargo del cuerpo. Sofía insiste, discute, persevera. Decide que la guagua perdida se llama Aurora e imagina que pudo ser su propia hija. Lucha contra las normas del Servicio Médico Legal, la justicia, el trabajo y el sentido común. Pero en el mismo paso se va ganando la simpatía de los mismos funcionarios que han intentado desalentarla.
El de Sofía es el relato de una hazaña. Así lo refrenda su progresión visual, desde el plano inicial de un basural hacia el final en una ciudad recién lavada por la lluvia. La hazaña superflua consiste en derrotar a una máquina estatal insensible. La hazaña de fondo es la restauración de la maternidad en un mundo donde las madres abandonan a sus hijos y los padres casi resplandecen por su ausencia. La maternidad es aquí el principio heroico, la base de la lucha contra la muerte. Se podría establecer complejas relaciones entre esta película y la anterior de Rodrigo Sepúlveda, Padre nuestro, donde el progenitor (el mismo Vadell) era un crápula que, a pesar de sus incurias, se apropiaba de las simpatías de todos.
Sepúlveda filma en planos estables, con gran atención a la composición del cuadro. Su cámara no se mueve más que para corregir ángulos. No hay nada de esas cámaras en mano que se han convertido en la moda más molesta del cine actual. Estos encuadres traducen una cierta voluntad de objetividad, incluso de neutralidad emocional y moral.
Aquí aparece la ambigüedad, que es quizá el verdadero tema de Aurora. Los motivos de Sofía son oscuros, pero la película no comete la torpeza de esclarecerlos. Lo que explora es precisamente la duda entre una poderosa sindéresis y una patología obsesiva. Su tema es la leve frontera entre la bondad maniática y la locura iluminada, entre la búsqueda desesperada del bien y autoindulgencia de bordes psiquiátricos. Y eso es lo que mejor funciona.
AuroraDirección: Rodrigo Sepúlveda.
Con: Amparo Noguera, Luis Gnecco, Jaime Vadell, Mariana Loyola, Francisco Pérez- Bannen, Patricia Rivadeneira.
82 minutos.