La principal diferencia de este programa de concurso gastronómico con su similar de TVN, "Top chef", es que aquí los concursantes son chilenos comunes, de distintas edades y estratos sociales, que aseguran que su gran pasión es la cocina. Aquí no hay chefs principiantes ni egresados de escuelas de gastronomía. Aquí están la dueña de casa, el jubilado y la escolar.
También hay tres jueces: el italiano Ennio Carota, el francés Yann Ivin y el chileno Chris Carpentier. Todos, sofisticados, exitosos y reconocidos internacionalmente por su talento culinario. Los tres tienen carácter, buen look y lengua afilada para criticar a los concursantes que no están a la altura.
En su primer capítulo, emitido anoche, el programa partió con la búsqueda masiva de los participantes, que provinieron de todo Chile. Las imágenes de los 300 convocados en la Plaza Bulnes fueron espectaculares. Allí, en un concurso al aire libre frente a La Moneda, se seleccionó a los 40 que debieron competir en el estudio de Canal 13. Y ahí hubo un problema: los jueces tuvieron que probar las preparaciones de los 40 para llegar a los 14 seleccionados y otros tantos que fueron al repechaje. Y ese proceso se hizo eterno. Por más que la edición intentó resumirlo, no había cómo hacerlo más variado. Probablemente, esto se solucione en el segundo capítulo, ya que anoche se eligió a los 22 participantes definitivos.
Más allá de la puesta en escena y de las características de los competidores, la esencia del programa es demasiado parecida a la de "Top chef": gente intentando cocinar frente a jueces muy duros. Eso hace que "MasterChef" pierda novedad. Sin embargo, en esta producción del 13 hay algo que la de TVN no tiene: muestra al chileno medio, "ese que hace fila todos los días para tomar la micro", como dijo Ignacio, un entrañable recolector de basura de Conchalí que conquistó al jurado con su preparación y también con su actitud.
Y ojo con esto último. A veces queda en evidencia que se prefiere a un competidor por sobre otro por sus características. Es conmovedor ver a una sencilla señora de La Pintana emocionada porque los jueces le dicen que su plato es "gourmet". Eso se siente real. Pero no cuando sorprenden a una asesora del hogar invitando a sus patrones para que ellos evalúen su plato o cuando un participante seleccionado se hace el payaso todo el rato o reconoce que está aquí para "cocinar y hacer reír".