Hace un año, en este mismo espacio, la columna "2014 puede ser el año de Mega" podría leerse como un descriterio frente a la realidad: el canal rozaba el cuarto lugar, pues tras una primera etapa al aire la nueva empresa del grupo Bethia solo se destacaba por su capacidad de inversión (US$ 143,5 millones por la compra del canal y US$ 106 millones por los derechos del fútbol de La Roja para el mundial de Rusia). Esa misma columna se escribía apenas unos días después de que Patricio Hernández, ex director de programación del 13, fichara para el canal.
Quien llegaba a liderar la nueva etapa de Mega era un hombre de televisión. Un ejecutivo de años de carrera y, además, con una larga relación con las audiencias. Una que no se define por solo escucharlas sino que también por saber interpretarlas, con responsabilidad, en sus necesidades. Es decir, no es darle a la gente lo que quiere sino lo que necesita. Y eso solo se logra respetando profundamente al que está al otro lado del televisor.
En esa misma columna también se preveía que Hernández comenzaría un período de reclutamiento de talentos que, obviamente, compartiera su mirada sobre este medio audiovisual. Y fue así, al punto de que no solo se trajo a buena parte de la plana ejecutiva de Canal 13 sino también a María Eugenia Rencoret, ex mujer fuerte de las teleseries de TVN y hoy líder en la franja de las 20:00 horas con la recién estrenada "Pituca sin lucas" en su nuevo canal.
La teleserie, una comedia de enredos románticos que tiene al clasismo chileno y a la fortaleza de la mujer como subtexto social, es el mejor ejemplo de lo que es "saber interpretar" en ficción. Y gracias a ella hoy Mega no solo consolida el liderazgo en rating que ya le había dado "Las mil y una noches" y "Fatmagul" -dos teleseries turcas que también apelaban a mujeres fuertes, pero innovaban en el horario nocturno con ritmo calmo y emocionalidad-, sino que se hace dueño -incluso doblando al resto- del rating comercial, ese que se mide en los estratos altos de la población, que incentiva la inversión publicitaria, y que históricamente estaban en canales como el 13 o Televisión Nacional.
Si Mega logró ponerse pituco, y con lucas por lo demás, no es solo porque su equipo ejecutivo comparta una mirada responsable -hacia las audiencias- de la televisión. Es porque precisamente los canales que antes los tenían en sus planas dejaron de trabajar por esa mirada y se entramparon en problemas de gobierno interno donde los dueños, representados en sus respectivos directorios, comenzaron a presionar por intereses más particulares que masivos, más politizados que relacionados con la televisión. Esa presión se tradujo en errores programáticos, en rebaja de estándares periodísticos y, por último, en la fuga de ejecutivos con talento hacia este canal donde solo había apertura editorial e inversión.
El éxito actual de Mega no es porque le hayan dado el palo al gato con una teleserie turca. No. Porque incluso programas preexistentes como "Mucho gusto" lograron revertir sus resultados siendo nada más que responsables y creativos con los contenidos que se dan día a día ahí. El éxito tampoco tiene que ver con los nombres de quienes están a cargo de la toma de las decisiones, sino con su talento, con ese intangible que ellos manejan: la forma de entender la televisión. Y eso solo se sabe mirando la pantalla con dedicación.
Aclaro que a Patricio Hernández lo conozco solo en lo profesional, que solo he tenido 4 conversaciones con él y que ninguna ha pasado de los 10 minutos de duración. Sin embargo, en mis años de vida y en los 11 que llevo escribiendo columnas, lo he aprendido a interpretar -a él y a parte del equipo- a través de lo que entregan en televisión. La TV es un medio de comunicación, se establece una relación. Por eso hace un año tomé el riesgo de decir que este año sería el año de Mega, el canal que siempre estuvo relegado al estrato D, y que hoy es el más pituco de toda la televisión.