Después de ocho años de la aparición de su novela Las manos al fuego , José Gai publica El caso P , una segunda novela policial que no desmiente los méritos narrativos que críticos periodísticos y académicos resaltaron en el primer relato, entre ellos, Camilo Marks y Patricio Lizama. El caso P es, sin duda, una narración dinámica, entretenida y absorbente que nace de una interesante confluencia: la familiaridad del autor con lo que llamaría estructura canónica de una novela neopolicial, y su habilidad para enriquecer tal modelo con circunstancias históricas que otorgan al motivo del crimen las dimensiones sociales trascendentes que exhiben los mejores neopoliciales latinoamericanos, anglosajones y europeos. Una duda conservo, sin embargo, que mencionaré al final.
El argumento, como en toda novela del género, consiste en resolver un enigma. En este caso se trata de apresar a un homicida en serie que asesina a mujeres jóvenes escribiendo después en sus cadáveres una letra mayúscula, razón por la cual le cuelgan el apodo de "psicópata del alfabeto". El encargado de la búsqueda del asesino es el subcomisario Abel Ayala, cuya personalidad es similar a la de muchos de sus colegas que hablan otras lenguas y quien ve su empresa entorpecida por factores derivados del poder y de los intereses que también incomodan a aquellos. Es un policía honesto y perseverante, pero solitario, porque su vida sentimental ha sido un fracaso, y que comienza también a sufrir mermas en su agilidad física: le duelen las rodillas. Su investigación se inicia en medio de las rivalidades entre los detectives y la policía uniformada, circunstancia que no posee ingerencia en su desarrollo posterior sino que más bien funciona como motivo ambiental. Más importante es la estructura administrativa que pesa sobre él obstaculizando la libertad de sus movimientos. El prefecto Orlando Ruz, su superior inmediato, le impone ciertas condiciones y limitaciones, presionado a su vez por autoridades más altas, quienes asimismo son también urgidas por poderes superiores. Y al igual que algunos de sus colegas extranjeros, es puesto de lado por sus jefes cuando su pesquisa pareciera llegar a una situación crítica. Precisamente este episodio, propio de un esquema narrativo genérico, es utilizado por el narrador para dar a la historia una carnadura inequívocamente nuestra que nos remite a circunstancias específicas de la historia reciente. La investigación de Ayala transcurre en 1995 durante los difíciles momentos vividos en el país por causa de la situación legal del Mamo Contreras, y el pasado de Abel Ayala está, de alguna manera, manchado por marcas adquiridas durante el periodo de la dictadura: en los comienzos de su carrera fue utilizado para participar en acciones que atentaban contra los derechos humanos, y después convertido por sus mismos superiores en chivo expiatorio. "Que no te obliguen a hacer cosas que no debes hacer", declara sombríamente Abel en el presente del relato.
Cada lector lee una novela policial desde el concepto que posee sobre este género literario, donde las transgresiones no son, por lo general, muy bien recibidas. Más allá del agrado que, sin duda, me provocó la lectura de El caso P , no terminó de convencerme, sin embargo, la función adjudicada al personaje Pandora Dupuy, cuyo nombre justifica además el título de la novela. Pandora es una psicóloga radiestesista, es decir, una persona que puede captar ciertas radiaciones mediante el contacto con determinados objetos o ambientes. A ella acude Abel para que lo ayude en el desciframiento del enigma y a la postre la vidente termina transformada en el elemento decisivo para la resolución del caso. La novela de José Gai elude así una convención importante del género: la lógica de las acciones llevadas a cabo por el detective se sostiene sobre datos empíricos. Cierto es que, a veces, sus movimientos y decisiones son provocados por la casualidad, pero utilizar la videncia quizás sea exigir demasiado a la verosimilitud.
El caso P.
JOSÉ GAI
Tajamar Editores, Santiago, 2014, 200 páginas, $12.500. Novela
"El caso P." es, sin duda, una narración dinámica, entretenida y absorbente.