Obras vocales delicadas y expresivas, donde las palabras construyen la musicalidad mientras el sonido instrumental recorre texturas cromáticas y juegos rítmicos sorprendentes. Fue la apuesta de William Christie y Les Arts Florissants en su tercera vez en Chile. En este programa, "El aria francesa, un arte íntimo", encantan con lo de siempre: un repertorio que no es habitual y que evoluciona proponiendo un viaje por los afectos -desde la ironía y el juego al éxtasis amoroso y la ensoñación-, y una entrega joven basada en una planta de movimientos de gran soltura.
Eje de este concierto fue el compositor André Campra (1660-1744), quien se ubica entre Lully y Rameau, y que, con "L'Europe Galante" (1697), se consagró como el gran creador de la comédie-ballet . Con él vinieron partituras de François Couperin, Gaspard Le Roux, Nicolas Bernier, Marin Marais, Elisabeth Jacquet de la Guerre, Louis-Nicolas Clérambault y Michel Pignolet de Montéclair, a cargo de dos violines, viola da gamba, archilaúd y clavecín (en manos del propio Christie), más Élodie Fonnard (soprano) y Marc Mauillon (bajo-barítono), ambos participantes de la academia para jóvenes cantantes de Les Arts Florissants.
Destacó, entre las "Arias serias y para beber" (Couperin), el humor de "Jean s'en alla", para bajo, con la historia del hombre que cuando no duerme, descansa, y la suavidad nostálgica de "Doux liens de mon coeur", para soprano, viola y laúd. Pareció algo superficial la interpretación de la Suite en Re de Gaspard Le Roux, a cargo del ensemble instrumental, mientras que la transcripción para laúd solo de "Las voces humanas" de Marin Marais, con el excelente Thomas Dunford, fue una delicia de recogimiento melancólico y lo mejor del concierto, lo mismo que, siempre de Marais, "La Rêveuse", con la experta viola de Myriam Rignol en llanto compartido con el laúd.
Los solistas vocales, siempre seguros, manejaron con solvencia estilística un repertorio repleto de escollos. Si bien la voz del bajo-barítono Marc Mauillon no tiene un timbre atractivo y la soprano Élodie Fonnard a veces es aproximativa en afinación, ambos saben dar cuenta tanto de la vida exterior como interior de estas piezas. Abrió los fuegos "Volez, hymen, volez quand l'amour vous apelle", de "Enée et Didon" (Eneas y Dido), de Campra, un brillante dúo en honor de las bodas próximas de los legendarios amantes. Más tarde vino la cantata "Les Femmes" (Las Mujeres), para voz grave, donde un hombre decepcionado se interroga sobre los diferentes efectos del amor, criticando a las féminas por ser indolentes y celosas; Mauillon estuvo notable en el aria "Fils de la Nuit", de gran intensidad armónica. Siguiendo con Campra -cuya producción tiene una dulzura que no siempre se encuentra en la de sus coetáneos-, de la ópera-ballet "Les Festes Vénitiennes" (Las Fiestas Venecianas), el alegre dúo de Arlequín y Colombina "Que vois-je! Quel objet", donde los cantantes desplegaron lo mejor de su arte. Nuevamente lució aquí el ensemble , con la precisión cronométrica del clavecín de Christie y el laúd de Dunford animando con melismas de origen italiano palabras claves del texto.