CON AGENDA AL TOPE, los representantes de padres y apoderados de colegios subvencionados que han decidido ponerse a la ofensiva de la reforma educacional que se tramita en el Parlamento, se multiplican y prodigan. Viajes al Congreso —donde los diputados despachan las propuestas de gobierno sobre el fin del lucro, la selección y el copago—; cartas y pedidos de audiencia a los senadores que las tramitarán en la etapa que viene y de los que esperan más sensibilidad a sus reparos; reclutamiento en asambleas escolares de regiones y de comunas, de nuevas y más huestes familiares para la marcha del próximo 25 que enfilará hacia el Ministerio de Educación.
TODAVÍA NO DAN CREDITO A LO QUE OCURRIÓ EL SÁBADO PASADO, cuando lograron movilizarse en 20 marchas en 20 ciudades distintas del país, todas pacíficas, todas bajo el emblema “queremos reforma, pero no de esta forma”. Las imágenes dieron fe de la impresionante convocatoria que tuvieron en Valparaíso; también la gran cantidad de gente que se congregó en Concepción, Curicó, Talca, Temuco, Iquique, Rancagua. Y está lo que pasó en La Serena, donde hasta una semana y media antes ni siquiera estaban constituidos; a toda velocidad se organizaron y sacaron a la calle a unas 10 mil personas, sumándose a lo que sin duda es un fenómeno: marchas todas a la misma hora en los más diversos lugares y “mundos” de Chile.
Hoy la Confepa —Confederación de Padres y Apoderados de Colegios Subvencionados— puede mostrar una organización potente, con coordinadores en las 14 regiones. Lo cual habla también de nuevos liderazgos en los cuales intenté escudriñar. Porque es una estrategia de poder ciudadano que no conocíamos. Y está tomando fuerza.
PARTAMOS POR ERIKA MUÑOZ, la presidenta de estos padres y apoderados, una líder innata. Con características completamente fuera de serie; agudeza y sencillez poco estudiadas.
Con ella conversé sobre los pasos a seguir del movimiento y cómo enfrenta ella este cambio de vida, de dueña de casa a personaje influyente.
—¿Qué sentido tiene que ustedes inviertan tiempo y energía en las graderías de la Cámara de Diputados? ¿Creen realmente que pueden conseguir algo?
—Estuvimos ahí esta semana, porque nos interesaba saber qué opina cada uno de los diputados que van a votar el martes 21 algo tan importante para nosotros como es la educación de nuestros hijos.
—¿Piensan que su presencia ahí puede presionarlos?
—Claro; que ellos nos vean y sepan que estamos presentes y que no nos vamos a olvidar de cómo votan. También es bueno recoger los argumentos que dan los que apoyan los proyectos, que demuestran que no tienen conocimiento de lo que se vive al interior de los colegios de nuestros hijos. Todos usan los mismos argumentos ideológicos.
EN LOS PARLAMENTARIOS DE LA ALIANZA reconoce a los que “han defendido a nuestros hijos”. Esta semana, sin embargo, cuenta Erika, un diputado DC cuyo nombre no recuerda dijo que iba a votar a favor de los proyectos, pero con la convicción de que habría cambios en el Senado, porque no están bien enfocados. “Eso nos dio una luz, porque pensamos, pucha, hace dos meses, todos estaban iguales y ahora algunos piensan que hay cosas que arreglar”.
Paternidades políticas, paternidades parlamentarias se niegan a admitir. Destacan sí el papel jugado en las asambleas —que reúnen a padres, profesores, sostenedores y directores de colegios subvencionados en los más diversos lugares— por algunas figuras de la oposición que han hecho “la pega” de concurrir y responder inquietudes. Entre los senadores destacan a Andrés Allamand; entre los diputados, Jaime Bellolio está en primer lugar.
Como tienen cero expectativas en la votación de los diputados —“si ni siquiera asistieron al debate esta semana... una vergüenza... quedaron los asientos vacíos”—, cifran esperanzas en los senadores: Carlos Montes ya les dio audiencia para el 22; la están pidiendo con Ignacio Walker.
—El senador Walker se ha abierto bastante a la posibilidad de hacer cambios positivos a los proyectos; el mensaje que él tenía cuando esto partió era diferente.
—Tiene más fe en los senadores que en los diputados, entonces, Erika...
—Fe, yo tengo solamente en Dios. Pero creo que los senadores pueden hacer algo.
TRES MUJERES SON LAS QUE ESTÁN A LA CABEZA de la Confepa desde 2011, año en que la fundaron, siendo todas presidentas de centros de padres de los colegios de sus hijos. Este año, en todo caso, y por obra y gracia de la reforma, están conociendo el sabor del liderazgo.
Erika vive en Villa Alemana, es madre de dos hijos y viuda hace un par de años;
Ingrid Bohn, secretaria nacional, tiene dos hijos, una nieta, vive en Temuco y coordina desde Biobío a Puerto Montt; Silvia Pastén, tesorera, es mujer de Antofagasta; tiene cuatro hijos y 30 años de matrimonio.
Entre ellas se comunican por redes sociales y por teléfono. Permanentemente.
LA LIDERESA DEL SUR, Ingrid Bohn no se va con chicas. “Soy de pluma pará, como decimos en La Araucanía”, me dice como tarjeta de presentación.
—Yo era una dueña de casa con un negocio pequeño de pastelería. Y ahora me lo paso en reuniones, asambleas, viajes, organizando a los apoderados, cosa que he hecho incluso en Chiloé y Coyhaique.
Su lujo es haber organizado la asamblea más grande que se haya hecho a nivel nacional: mil 400 apoderados en el gimnasio Bernardo O’Higgins de Temuco. Invitó a los senadores Andrés Allamand y Jaime Quintana, pero el presidente PPD se echó para atrás cuando todo estaba armado.
—Entonces yo llamé a Miguel Crispi, el asesor del ministro, y le dije yo no quiero que tachen esto como algo de la derecha; lo que queremos es que se expongan todas las posiciones. Al final, no consiguió tampoco a Andrés Palma y vino él mismo. Pero también estuvieron los seremis, los concejales, mucha gente. Fue extraordinario.
La historia de Ingrid con el senador Quintana tuvo otro capítulo cuando ella le dijo que fuera a la región en la fecha que pudiera. Fue un foro el 3 de octubre en la Universidad Autónoma. 180 personas y con televisión. La dirigenta no tuvo empacho en enfrentar al senador diciéndole que los proyectos eran una declaración de guerra y así se fueron de palabra. Él le dijo que era una mujer que le daba pena; ella le respondió que la única pena era que a los papás les quitaran el derecho de escoger colegios para sus hijos y que tantos colegios en su zona, como los rurales, fueran a tener que cerrar porque no podrán cumplir con las restricciones económicas de las nuevas leyes.
—Sus condiciones de liderazgo, ¿de dónde vienen?
—En la Iglesia Adventista aprendí a predicar delante de mucha gente.
—¿Por quién votó para Presidente?
—Por Bachelet, pero soy independiente.
EN EL OTRO EXTREMO DE CHILE, en Antofagasta, me responde Silvia Pastén y se emociona cuando le pregunto por la misión que ha asumido.
—Yo tengo como el don de servir y así es como se me han ido dando responsabilidades, y nos va cambiando la vida. Es un desarrollo personal increíble pasar de mamá de mi casa, a conocer parlamentarios, hablar con ellos, defender una causa que estimamos justa.
Su conclusión, sin embargo, es que la discusión en el Congreso ha ido mucho más por lo ideológico que “por lo que a nosotros nos preocupa”. Lo dice junto con precisar que ella no es de derecha ni de izquierda; que respeta todas las creencias.
—¿Y no siente que son fácilmente manipulables? Así dicen los que no los quieren...
—Nos han acusado de eso. Pero nosotros hemos tratado de mantenernos neutrales. Si nos acercamos a los parlamentarios, es porque ellos deciden y votan. Con los sostenedores de los colegios estamos en la misma causa, pero ellos tienen sus intereses y nosotros los nuestros.
Aprovecha de contar que a todos los parlamentarios de Antofagasta les ha golpeado la puerta. Han contactado a las diputadas Paulina Nuñez y Marcela Hernando; y no pierde esperanzas con el senador Alejandro Guillier, a quien encontró hace algunos días en un ascensor en el Congreso y le reiteró su petición.
—Como tesorera, nos dirá de donde sacan recursos...
—La pregunta del millón es quién nos financia. Todos hacen conjeturas. Pero nuestros recursos provienen de los aportes de los centros de padres.
OTROS NOMBRES QUE SE SUMAN al intentar un ranking de los nuevos liderazgos que crea la oposición a estas reformas son Patricia Gaete, de Talca; Paola Hubbe, de Valdivia; Héctor Guzmán, de La Serena.
EL ÚNICO HOMBRE DE ESTE RAMILLETE DE LOS ESCOGIDOS tiene una historia como dirigente de centros de padres y también una historia de socialista que le viene por tradición familiar. Ex capitán de marina mercante, votó por Bachelet, pero no por los parlamentarios de la Nueva Mayoría. Tres hijos en el colegio Del Alba en Peñuelas... su propia definición: un padre comprometido con la educación y la crianza.
—Me ofrecí voluntariamente a trabajar por el movimiento y me puse a reclutar apoderados. No pensé que la convocatoria y el empoderamiento de la gente iba a ser tanto y tan rápido. Y le aseguro que de política no tuvo nada. Le cuento que fui el otro día a un “Diálogo Ciudadano” —que por lo demás fue un chiste— y me tocó compartir con profesores de colegios públicos, rurales, muchachos de las federaciones. Yo pensé que era casi una encerrona. Que todos ahí estaban con las reformas. Y qué cree usted: nadie estaba de acuerdo. Los profesores sienten que no se los ha considerado y que tampoco los mejora. Por eso es que yo pienso que es una reforma que solo ha venido a atacar a la clase media trabajadora que tiene a sus hijos en la educación particular subvencionada, porque es un derecho que se ha ganado.
Guzmán se prepara para una batalla larga.
—Espero, y no por farándula, que esta reforma tenga un trámite largo, porque no se puede aprobar como está; y para eso se necesita la participación de las bases: los docentes y los padres y apoderados.
A ERIKA MUÑOZ, LA MISMA QUE ENFRENTÓ AL MINISTRO EYZAGUIRRE en pleno Icare y que preside toda la organización, le pregunté cuántas ofertas políticas ha recibido.
—Sí, es verdad, aunque no sé si tanto. En un par de oportunidades me lo han dicho. Pero yo no he sido nunca militante de partido político. Sí creo en la política, y que los parlamentarios deben ser una voz que se levante por el bien de la sociedad completa. En eso creo.
—Quizás podría usted misma terminar en el Congreso como Iván Fuentes, de Aysén, o como los estudiantes de la movilización de 2011...
—Yo no digo que no. Puede ser. Pero nunca ha sido mi opción. A mí lo que me mueve es el sentido de la protección a nuestros hijos. Espero en el Señor que cuando los senadores, que son personas más equilibradas, hagan cambios reales a los proyectos, y la reforma termine, no buena, pero menos mala de lo que hoy hay, volveremos a lo nuestro.
—¿Y le ha gustado esta vida?
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—Lo que pasa es que soy inquieta por naturaleza. Estuve en el centro de padres del colegio, soy dirigenta en la población donde vivo, participo activamente en una iglesia. Siempre me motiva hacer cosas que nacen del deseo de poder cambiar.
—¿Y cuánto cree en el poder de la calle?
—Creo que es bueno demostrarles a nuestras autoridades que somos muchos. Creo en que los parlamentarios vean mucha gente en la calle y se den cuenta de que cada uno de nosotros somos votos. Yo no desconozco al movimiento estudiantil, al contrario, pero en las marchas estudiantiles hay muchos que no votan; nosotros sí votamos. Y somos miles, y miles, y miles de votos. Algún impacto va a tener todo esto.