La carta de la Presidenta Bachelet que acreditó al embajador Eduardo Contreras como Embajador y Plenipotenciario de Chile, ante el gobierno de Uruguay, señala: "en esta confianza rogamos que conceda entero crédito a cuanto en nuestro nombre os manifieste".
Lo solicitado por la Presidenta no es mera formalidad protocolar: es el testimonio de la confianza entregada y de que los dichos de un embajador comprometen a su gobierno y los hace creíbles.
Los uruguayos legítimamente pueden atribuir veracidad a las expresiones del plenipotenciario chileno y confiar que corresponden a los convencimientos del gobierno de la Presidenta Bachelet.
El embajador Contreras afirmó no tener "ninguna duda de que estos actos terroristas son de la ultraderecha" y más precisamente de la "derecha empresarial". También fustigó a la Democracia Cristiana, de la misma coalición que integra el Partido Comunista.
Las disculpas y la solicitud de rectificaciones del embajador -rechazadas por los entrevistadores, que disponen de filmaciones de la entrevista- y su falsa afirmación de que esta fue una conversación privada agravaban los perjuicios causados. Solo los habría remediado, y parcialmente, su inmediata destitución.
Poco importó al embajador la confianza depositada y que no existiera indicio alguno que fundamentara sus afirmaciones; tampoco que la investigación de los actos terroristas se encontrara bajo la jurisdicción de la justicia y, menos, abusar de su cargo para criticar a opositores y aliados y para promover el ideario comunista antiempresarial.
Por mucho menos e in actum , se removió a jefes de misiones de Chile en el extranjero, siguiendo la práctica corriente de la diplomacia de sancionar los desatinos y falsedades de embajadores. Ahora sorprenden la demora y las vacilaciones para destituirlo.
No extrañan los dichos del embajador Contreras, miembro del Comité Central del Partido Comunista y primer embajador de ese partido en más de cuarenta años.
Para los comunistas, su ideología y acción política totalitaria está por encima de la verdad, de los intereses nacionales y de la política exterior del gobierno al que pertenezcan. Así también quedó de manifiesto hace poco más de una semana cuando el Presidente Evo Morales -que repetidamente ha ofendido a Chile, a su diplomacia y a sus gobernantes- agradeció a integrantes del Partido Comunista chileno por su contribución a un mural que respalda la demanda boliviana ante la Corte de La Haya.