Es extraño cómo la perspectiva puede cambiarlo todo. La reciente aparición en Blu-ray de una nueva edición de "Érase una vez en América", el último filme de Sergio Leone, ha sido saludada como el regreso y el rescate de un clásico; de una obra maestra que en su tiempo fue no solo subestimada, sino literalmente destruida para darles en el gusto a los exhibidores. Pero el recuerdo que muchos tenemos no es tan así. La versión que casi todo el mundo vio en los años 80 era bastante cercana a la que había imaginado su director, con un total de 3 horas y 49 minutos; un verdadero ladrillazo audiovisual. Leone había controlado la distribución en todas partes salvo en la que más le interesaba: Estados Unidos, el país que se encarnaba -como alegoría, promesa y pesadilla- en cada secuencia del filme. La sensación de fracaso fue total. No le cortaron 15 o 20 minutos. La redujeron una hora y media. Leone, quien había rechazado la dirección de "El Padrino" para consagrarse por más de diez años al proyecto, no se recuperó.
Y quizás por eso esta edición preparada por su hija Andrea y Martin Scorsese, a través de The Film Foundation, insiste en que ha llegado el momento de verla como si fuera la primera vez: el filme regresa a la vida de la misma forma en que su héroe Noodles (Robert De Niro) vuelve a la Nueva York de los 60, convocado por un pasado como mafioso en los años de la prohibición, algo que dejó atrás hace tanto tiempo y que la cinta comienza a reconstruir con tanta parsimonia como violencia, juntando piezas que calzan y otras que no; un rompecabezas que se ordena por las pulsiones del drama, por la ansiedad desatada a la hora de tener que repensarlo todo.
Esa estructura, que oscila entre pasado y presente, es la que quedó destruida en la versión condensada, pero tampoco hay que ensalzarla hasta los cielos: Leone nunca consiguió que el tono y la intensidad de los episodios calzaran de manera satisfactoria; sin embargo, eso es lo que hace el resultado aún más fascinante. Lo que el espectador tiene al frente no es la perfección catedralicia de las epopeyas de Coppola, sino algo que está más cerca de la desbocada e impar "Novecento" (1976), de Bertolucci: una suerte de ópera filmada que, a veces, se despliega como un torbellino que emerge, en ocasiones, de manera trágica y fatal; y en otras, de forma insistente y reiterativa, pero siempre acumulando emoción sobre emoción.
Volviendo a mirarla, después de todos estos años, es como si en vez de rodar una película, Leone hubiera invertido todo de sí mismo en el esfuerzo de producir algo cercano a una novela. Quizás es por eso que su desquiciado gigantismo hace perfecto sentido en los tiempos en que "Breaking bad", "Mad men" y "Boardwalk Empire" (una serie que le debe casi todo) dominan la misma pantalla que "Érase una vez en América" pretende reclamar hoy como justa precursora de estos días de narrativas torrenciales, héroes desmoronados y sueños que se deshilvanan. A su manera, el mundo que Noodles y sus amigos mafiosos ayudaron a crear, el imperial Estados Unidos de la posguerra, es el perfecto reverso del país del que Walter White, Don Draper y Nucky Thompson tratan de arrancar. Una nación de sueños, hoy poblada por fantasmas.
Once upon a time in america: extended director's cut
Dirección de Sergio Leone.
Con Robert de Niro y James Woods.
Estados Unidos, Italia, 1984, 252 minutos.