Mega debutó este martes en el nuevo reglamento de programación cultural con la miniserie de Ricardo Larraín "El niño rojo", prescindiendo por un par de días de la imbatible "Fatmagül". La arriesgada jugada, por cierto, le restó algunos puntos de rating -la teleserie turca promedia más de 27 puntos, mientras que la ficción marcó 20-, pero al mismo tiempo le dio un valor agregado al objetivo que buscaba la señal: cumplir con el nuevo reglamento de emitir cuatro horas de programación cultural a la semana entregando el horario de rating más alto -cabe recordar que la normativa señala que la programación debe ir entre las 18:30 y las 00.00 horas- a una producción nacional premiada con fondos del CNTV.
En ese contexto -e incluso con fanáticos de "Fatmagül" demostrando su descontento por las redes sociales- debutó la miniserie "El niño rojo", una radiografía a Bernardo O'Higgins que muestra en tres episodios su infancia, adolescencia y parte de su juventud, mucho antes de que siquiera soñara con las batallas por la Independencia o que se convirtiera en Director Supremo de la República. Es precisamente ahí donde reside el valor de esta ficción, que consigue bajar al héroe del caballo para mostrar su lado humano, sus miedos y, sobre todo, cómo va moldeando su personalidad bajo el estigma de "guacho", que lo persiguió durante toda su vida.
Si en 2007 Julio Milostich consiguió retratar al prócer de los libros de historia en "Héroes" (Canal 13), en esta oportunidad son tres actores novatos los encargados de personificarlo en sus primeras etapas de vida: el pequeño Francisco Ibarra (8) interpreta al niño Bernardo, y aunque prácticamente no tiene diálogos, derrocha encanto en las escenas junto a la mujer mapuche que lo crió (interpretada por Gabriela Arancibia). Luego interviene Ignacio Plaggés (12) como un Bernardo adolescente que ya resiente las burlas de no tener padre conocido, y casi al final del primer episodio aparece Daniel Kiblisky (29) como el niño ya convertido en hombre que parte a estudiar a Europa y que protagonizará los próximos dos capítulos.
"El niño rojo" tiene, en general, una muy buena factura, aunque en el primer episodio se observó algo de pobreza al mostrar reiteradamente el mismo plano general de las rucas mapuches. La presentación y los comentarios de Catalina Edwards, el rostro cultural de Mega, también eran prescindibles. Con todo, la balanza se inclina con creces a favor de Mega, que en el año del reinado de las producciones turcas cedió un espacio protagónico a una ficción nacional. Además, con los 20 puntos que "El niño rojo" consiguió en su debut también quedó en evidencia que con un poco de voluntad, la suficiente promoción y, en especial, con un producto de calidad, la cultura también puede marcar buena sintonía en la televisión abierta.